Respeto por la palabra 69
Remembranzas
de Teresa Amelia Gamarra Rico. Estampas de Guaratarito 1
Ante
todo doy mis más infinitas a nuestro Dios Todopoderoso por haberme permitido
estar aquí para decirles estas palabras que he guardado dentro de mí, las que
dedico a la memoria de mis amados padres y a ustedes, el hermoso linaje que el
Señor me ha concedido. El humilde trabajo representado en este bello mural fue
lo que mi mente grabó en aquellos tiempos de mi infancia. En estos vastos
lugares, mis padres eligieron el punto para fundar el hogar de la familia
Gamarra Rico. Decidieron llamarle Guaratarito haciendo honor al árbol más
llamativo del lugar, un guarataro. La familia estaba compuesta por Don Tomás
Gamarra Rodríguez, caballero oriundo de Camatagua, Estado Aragua, descendiente
de las islas Canarias, España, y de su esposa Doña Pastora Rico de Gamarra,
nativa de Villa de Todos los Santos de Calabozo, Estado Guárico. Fue por el año
de 1.930, cuando mi ser comienza a llenarse de los aconteceres del llano; aun
mi corazón late y puede manifestar y testimoniar en estos momentos aquello que
fue la gran felicidad de mi niñez. Yo, Teresa Amelia, vi sol y luna brillar
sobre las arboledas, su luz penetrar el patio de la casa grande, donde su
florecido jardín cuidado de manos de mi madre lucía siempre esplendoroso:
clavellinas rojas, resedad, jazmines y copo de nieve la preferida de papá. En
este mismo lugar. Noche de luna clara, la familia reunida, compartía un solo
entretenimiento: desgranar y escoger el maíz y los frijoles cosechados en el
conuco. Los niños acostados en cueros de ganado, oyendo relatos y cuentos de
los mayores: Las mil y una noches, el viaje del hombre a la luna... Así también
contemplé aquellos mediodías que se abrazan con las tardes y las noches,
lánguidas y sombrías, repletas de soledad y silencio que nos ofrece el llano.
En tiempo de lluvias vi llegar la oscuridad de la noche con rigurosas tormentas
acompañadas de relámpagos y truenos ensordecedores que laceran los recónditos
espacios del alma, el viento levantarse con furia azotando las montañas, así
como también oía el canto triste de las aves nocturnas, el gallo anunciando las
horas, el mugido del toro, el relinchar de las bestias, los rodeos de ganado
rumiando el pasto en el paradero...
Editor Adelfo Morillo
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