Campo de Carabobo
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Pasado,
proyección de presente continuo a futuro
Continuamos
valorando el Discurso pronunciado en Angostura el 15 de febrero de 1.819 por el
Libertador, Simón Bolívar, ante los diputados del Congreso… La república de Tebas no tuvo más vida
que la de Pelópidas y Epaminondas; porque a veces son los hombres, no los
principios, los que forman los gobiernos. Los códigos, los sistemas, los
estatutos, por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las
sociedades: hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados
constituyen las repúblicas. La constitución romana es la que mayor poder y
fortuna ha producido a ningún pueblo del mundo; allí no había una exacta
distribución de los poderes. Los cónsules, el senado, el pueblo ya eran
legisladores, ya magistrados, ya jueces; todos participaban de todos los poderes.
El ejecutivo, compuesto de dos cónsules, padecía el mismo inconveniente que el
de Esparta. A pesar de su deformidad, no sufrió la república la desastrosa
discordancia que toda previsión habría supuesto inseparable de una magistratura
compuesta de dos individuos, igualmente autorizados, con las facultades de un
monarca. Un gobierno, cuya única inclinación era la conquista, no parecía
destinado a cimentar la felicidad de su nación; un gobierno monstruoso y
puramente guerrero elevó a Roma al más alto esplendor de virtud y de gloria y
formó de la Tierra un dominio romano, para mostrar a los hombres de cuánto son
capaces las virtudes políticas y cuán indiferentes suelen ser las
instituciones. Y pasando de los tiempos antiguos a los modernos encontraremos a
Inglaterra y a Francia llamando la atención de todas las naciones y dándoles
lecciones elocuentes de toda especie en materia de gobierno. La revolución de
estos dos grandes pueblos, como un radiante meteoro, ha inundado el mundo con
tal profusión de luces políticas, que ya todos los seres que piensan han
aprendido cuáles son los derechos del hombre y cuáles sus deberes, en qué
consiste la excelencia de los gobiernos y en qué consisten sus vicios…
*Ortografía
actualizada por Adelfo Morillo.
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