Papá
Cada momento,
cada espacio
que tú me diste,
papá,
cuando andábamos a
pie,
o cuando andábamos
en curiara;
me hablabas,
me aconsejabas,
me decías las
mismas cosas
una y otra vez y
tantas veces más
y ahora sé por
qué, papá.
Hasta ahora
he hecho mi vida a
mi manera,
desde mis primeros
años
y cuando a los
veinte años
me fui de mi
llano,
a estudiar lejos
en la Universidad,
a un lugar que
solo lo miraba en el mapa,
a conocer a otras
gentes,
en algunas cosas
diferentes,
mas como en todas
partes
también ahí hay
buenas gentes
y tanta buena
gente
me tendió su mano
amiga,
y allá en una
tarde
miré por primera
vez
a la que iba a ser
mi mejor amiga,
que un día me dijo
No estás solo…
Y me adentré en
sus ojos,
y cómo le hablaba
de ti, papá,
y cómo llegó a
quererte, papá;
yo le hablaba de
tus tantas cosas
y ella se volvía
colibrí o rosa,
y recuerdo que una
noche
la invité al Aula Magna,
donde presentaban
al sin par arpista,
Ignacio Indio Figueredo,
y mientras el Indio tocaba el arpa,
yo pensaba en ti,
papá,
y le dije a mi
amiga Miraba a mi papá…,
y ella me dijo Eso pensé…
Cuánto me hubiera
gustado
que la hubieras
conocido,
te lo digo ahora,
papá,
cuando ya te has
ido;
y ahora escribo
estas letras
que quiero sean
una canción,
para ti, papá, que
me decías Bordón,
y también por ti
que eras en el
arpa maestro del bordón,
y esto lo digo
porque otros
arpistas
eso decían de ti,
sobre todo tu
sobrino arpista,
Lucio Mendoza,
escritor de la
música de la canción
Cajón de Arauca apureño;
y por tantas cosas
buenas
que he logrado con
empeño;
ahora con amor
puedo decir,
cada cosa buena
que he logrado
y las que en el
presente continuo
pueda lograr,
las hago en tu
memoria, papá.
Adelfo Morillo
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