Rubaiyat de Omar Kheyyam
Rubaiyat es el título de un
libro de la editorial Rotativa, séptima edición, Barcelona, España, noviembre,
1980, de una antología del poeta persa Omar Kheyyam, traducida del árabe por
José Gibert, y escritos en verso castellano por Diego Navarro; de esa antología
voy a transcribir algunos que van a leer de seguidas
¿Sabes tú por qué al alba
el gallo, con su canto
agudo se lamenta? Porque
vio en el espejo
de la clara mañana, que
había transcurrido
una noche en tu vida, sin
que te dieras cuenta.
Ay, ya ha pasado el tiempo de mis años
más bellos
Se fue la primavera de mi
vida, y el ave
de juventud ha alzado su
vuelo rapidísimo.
No sé cuándo ha venido ni
cuándo se ha marchado.
Entre impiedad y fe tan solo un soplo
existe,
así como también separa un
simple soplo
dudas y convicciones. Goza
el soplo presente,
que está la vida entera en
el soplo que pasa.
Natura crea la rosa y la
destruye luego,
tornándola a la tierra. Si
polvo en vez de agua
aspirasen las nubes, hasta
el último día
del mundo, llovería sangre
de enamorados.
Donde nace una rosa roja, vertióse
antaño
de un príncipe la sangre.
Del lunar de un efebo
procede la violeta. Las
flores del Jacinto
nacieron de una frente que
fue tersa y brillante.
En el prado que llega a la orilla del
río
que sabe nuestros sueños,
túmbate dulcemente.
Tal vez su césped haya
surgido de algún cuerpo
que en otro tiempo fue
perfectamente hermoso.
¿Quién sabe si esa flor que
nace en la ribera
del arroyoprocede de unos
corruptos labios?
Cruza pronto ese césped.
Surgió tal vez del polvo
de un rostro juvenilque fue
como la rosa.
Después de tantos siglos
hay albas y crepúsculos
y siguen las estrellas su
curso prefijado.
Pisa suave en el barro; los
terrones que aplastes
fueron tal vezlos ojos de
un bellísimo efebo.
Recuerdo que una tarde
observé a un alfarero
en un bazar.Le vi cómo
amasaba el barro
con los pies, y a mi lado
llegó una voz doliente
que decía: Cuidado. Lo
mismo que tú he sido.
Los alfareros que hunden sus manos en el
barro,
bien pudieran tratarlo con
más comedimento.
¿Por qué han de maltratarlo
con los pies y las manos?
Cuerpo humano fue el barro.
¿En qué piensas entonces?
Igual que yo, este jarro
fue un día un triste amante
prendido en el cabello de
una mujer. Contempla
su asa. Ha sido el brazo
que rodeó mil veces
el blanquísimo cuello de
una mujer hermosa.
Bebamos nuevamente. No
olvidemos que el tiempo
huye y cede a medida que se
avanza en la vida.
Murió el ayer; incierto es
el mañana. Solo
ha de importar el hoy, si
se muestra agradable.
Como el agua en el río y la brisa en el
yermo,
ha pasado otro día de mi
vida y de la tuya.
No quiero mientras dure
esta existencia mía,
saber una palabra del ayer
ni del mañana.
Una gotas de vino del color
del rubí,
un pedazo de pan, un buen
libro de versos
y tú, en un solitario
lugar, son más valiosos
para mí que los reinos de
todos los sultanes.
Como saber no puedes del
mañana, la angustia
que te causas es solo una
ficción. Si es sabio
tu corazón, no dejes pasar
este momento,
pues la vida que tienes es
tu bien más valioso.
Nadie pudo abrazar a su
amada sin antes
clavarse mil espinas en la
carne. Repara
en el peine: tallado hubo
de ser cien veces
antes de que acariciara de
una mujer el pelo.
Reprendía un ulema a una joven hetaira:
Estás loca. ¿Por qué tienes
tantos amantes?
Y ella respondió: Sin duda
será tal como afirmas;
mas dime, ¿acaso eres lo
mismo que aparentas?
Cuando nos trae el año nuevo las
antiguas
ansias, el corazón busca
las soledades,
donde el rosal silvestre se
ha vestido de flores,
donde exhala la tierra
reconfortante aroma.
Cuando el dolor te doble,
cuando agotes tu llanto,
recuerda aquellas gotas que
tras la lluvia brillan
en las hojas. Y cuando te
irrite el día y quieras
noche eterna, no olvides el
despertar de un niño.
También igual que los
sabios, yo sembré la semilla
de la sabiduría, y me he
sacrificado
para que germinase. Coseché
estas verdades:
que vine como el viento,
que me iré como el agua.
Cierra tu libro y piensa. Mira impasible
al Cielo
y a la Tierra. Da al pobre
la mitad de tus bienes,
perdona las ofensas, no le
hagas daño a nadie
y apártate a un rincón, si
quieres ser dichoso.
Esfuérzate en ganar cuanto
sea preciso
y necesites para comer y
beber. Pero
no quieras agotar tu vida
preciosísima
por todas esas cosas que
sabemos superfluas.
Llegó la primavera, la
estación en que nuestros
impacientes deseos buscan
la perfumada
soledad. Cada flor, ¿será
la blanca mano
de Moisés; y la brisa,
grato aliento de Cristo?
El barro con que fue
plasmado el primer hombre,
para moldear al último ha
de servir un día.
Y cuanto en la primera
madrugada fue dicho,
repetido será en el postrer
crepúsculo.
Cada rubái, estrofa de
cuatro versos en la forma de Omar Kheyyam, ofrece una visión cristalina del
mundo físico y una idea-imagen en letras y en pinturas de belleza corporal, y
sobre todo para la belleza espiritual; en cada mensaje de cuatriversos encontramos estampas muy crudas acerca de la vida
cotidiana, para que nos veamos retratados en defectos y virtudes, y para que
cada uno de nosotros elija uno de los dos caminos, el de la muerte sembrado de
mentiras, o el de la vida abonado de sufrimientos y gozos, que siempre alumbra
de amor.
El mundo de huríes, de hetairas y de efebos hermosos es permanente día y
noche de halagos en los afectos gratos de belleza, y el mundo de belleza
espiritual florece en poesía y filosofía; Kheyyam,poieteés, en significaciones de lengua griega, es hacedor, creador
de disímiles augurios, los que presentan tentaciones y asechanzas, y los que
anuncian triunfos en la belleza de amor espiritual.
Amables lectores, cada uno
de ustedes anda en el camino que ha elegido, mas nunca es tarde para cambiar,
si sabes cuál es en verdad el camino que has de seguir.
Adelfo Morillo
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