Sol y Luna
El hombre se alegra con sorbos de agua fresca,
la mujer se alegra con regalos de amor,
el niño juega con hormigas en el piso o en el duro
terrón,
la niña fija mariposas entre sus cabellos;
así vamos en la vida con sus bromas,
con sus alegrías, con sus dolores y amores;
instante tras instante la vida teje nacimientos y
finales;
comenzamos con la aurora,
día tras día seguimos la rutina,
el sol surge, alumbra,
se alza, declina;
hombres, mujeres, niños y jóvenes avanzamos,
alumbramos, nos empinamos, declinamos.
En la vida andamos entre mentiras, egoísmos y
maldades,
felices, si elegimos el amor
y ofrendamos sinceridad y bondad;
no canto a hombres y mujeres santos,
mi canto va para hombres y mujeres
con pensamientos y sentimientos de niños;
estos hombres y mujeres se encuentran en el campo,
también en la ciudad y alumbran con sus miradas y
sonrisas,
y con su presencia ofenden a los portadores de
maldad;
elevo una plegaria, otra y tantísimas más por las
almas de bien,
pronuncio una oración, otra y tantísimas más por
los seres de amor;
creo en los perfumes y en las bienaventuranzas,
cada vez me recreo en mis recuerdos de libélulas,
en la tarde santa, en el patio, frente al río;
persigo aleteos de mariposas monarcas,
rojinegras, verdes, amarillas, azules, vaporosas,
volantines;
canto a hombres y mujeres portadores de sueños,
como niños y niñas en sus teatros, danzas, bailes y
juegos,
en sus cabriolas y con sus originales discursos de
fantasías y realidad;
con Francisco de Asís y Clara, seamos Sol y Luna,
con ideas y acciones de paz y bien;
cantemos el amor entre flores de luces y colores
y volemos con la brisa entre luciérnagas y
mariposas.
Adelfo Morillo
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