Algunas
líneas para tener ciertas luces de Bob Dylan
Ediciones Júcar, en la Colección Los juglares, del estudio de
Jesús Ordovás de 1972, publica esta edición en 1979 dedicada al que conocemos
con el pseudónimo de Bob Dylan, su verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman, y
nace el 24 de mayo de 1941 en Duluth, Minnessotta.
Leamos
palabras de Dylan De la ciudad en que
nací no me acuerdo muy bien. Duluth es una pequeña ciudad minera. Está
construida sobre una montaña en Lake Superior. Yo nací allí, mi padre también
nació allí. Mi madre era de Iron Range Country. Nos fuimos a vivir con la
familia de mi madre cuando yo era muy joven. Hibbing es la mina al aire libre
más grande del mundo. Tiene escuelas, iglesias, tiendas de comestibles y una
cárcel. Tiene también un equipo escolar
y un cine, bares con música de polka y un viejo juzgado devorado por el viento
y los años. Cuando yo llegué oí solo los
graznidos de las sirenas. Unas vías de tren atravesaban el campo, indicando el
camino que los padres de mis amigos habían seguido al abandonar Hibbing. Todo
estaba desierto, muerto, con un edificio derrumbado que llamaban escuela. Entre
sus agrietadas paredes me dejó mi
madre. Me fui de allí a los diez, doce, trece, catorce, quince, diecisiete y dieciocho
años. Todas las veces me devolvieron a casa, menos una. Escribí mi primera
canción a mi madre y la titulé Para mi madre. No recuerdo que mis padres cantaran demasiado. Por lo menos yo no
canté ninguna canción con ellos. Me inscribí en la Universidad de
Minnessotta en un curso que nunca acabé.
En la clase de Ciencias me suspendieron por negarme a matar un conejo. Me
echaron de la clase de Inglés por usar palabras de cuatro letras en un papel en que hablaba del profesor. También
suspendí la asignatura de Comunicación por llamar todos los días diciendo que
no podía ir. Me aprobaron la asignatura de Español, pero ellos no me enseñaron
nada. Me echaron a patadas de una Casa de Fraternidad; estuve viviendo allí
hasta que me quisieron hacer socio. Prefería estar en un apartamento con dos
chicas de Dakota del Sur. Después me fui a la casa de una actriz y acabé al
este del río Mississippi con diez amigos. Fue muy bella mi vida de colegial.
Una
vez que Dylan se cansó de andar por las calles, decidió tomar el primer tren de
mercancías que lo llevara a alguna parte… Volvamos a leer palabras de Dylan Llegué a Galveston, hice autostop y terminé
en Texas cuatro días después. Fui a buscar a un viejo amigo a su casa; su madre
salió a abrirme la puerta y me dijo que estaba en el ejército. Cuando cerró la
puerta yo ya estaba en California. En la autopista de Oregon me cogió una
enfermera y me llevó al Festival Indio de Gallup, en New Mexico. Con mi pulgar
al aire, mis ojos medio cerrados por el frío y el sueño, y mi sombrero, me
ponía en los cruces de las autopistas hasta que el cuerpo se me caía al suelo. Iba
en cualquier dirección. Aprendía tantas cosas. Salía de los trenes a patadas.
Hice autostop en las autopistas 61-51-169-37-66 y 22. Cantaba para comer y cortaba
hierba por un cuarto de dólar. Estuve en la cárcel por sospechoso de robo a
mano armada; me golpearon durante cuatro horas. Nunca les había hecho nada. Tenía
tiempo para tocar la guitarra, para cantar y para escribir. Pero nunca tuve
tiempo para preguntarme por qué lo hacía .Nunca fui pobre, siempre tuve mi
guitarra y mi armónica.
En Central City, Colorado, tuve mi primer
empleo. Era un sucio y destartalado número de strip-tease. Tocaba unos minutos
mis canciones folk y subían las chicas a hacer su número. La gente pedía a
gritos que las chicas siguieran actuando, pero ellas se iban y yo tenía que
amainar la tormenta con mis canciones folk. La noche se hacía larga, el aire se
viciaba; todo el mundo acababa borracho y los vómitos llenaban el local. Yo me
ponía enfermo y perdía el control.
De su
encuentro en 1961 con Woodie Guthrie escribió Dylan Woodie Guthrie fue mi último ídolo porque fue el primero. Nunca
encontré a nadie que me dijera cara a cara que los hombres tienen razones para
hacer lo que hacen, pero que cualquier acto puede ser puesto en duda. Que hay
un millón de razones y un millón de deseos rugiendo salvajemente y que muchas
veces no se encuentran mutuamente. Que los ídolos invisibles crean el miedo y
pìsan las esperanzas cuando revientan. Woodie nunca me hizo tener miedo, y él
no pisó ninguna esperanza porque tenía un libro de Hombres y me lo dejó leer… Lo
único que me gusta es escribir canciones y cantar tal como lo he estado
haciendo hasta ahora. No sabría qué hacer con un millón de dólares. Aunque
quizá me comprara dos motos, unos cuantos acondicionadores de aire y cuatro o
cinco sofás… En New Yersey toqué para unos grandes aficionados al ajedrez.
Mientras yo cantaba, ellos jugaban. Me pedían canciones tiernas. Yo cantaba
lo que sabía, y en medio de la canción
oía jaque, mate, fue un buen movimiento, ahora verás. Nadie escuchaba nada de lo que cantaba. Cuando fui a cobrar el dueño
del local me dijo que allí no pagaban dinero. Le dije, bueno; pero yo he
trabajado dos días. Él me dijo que solo daban fichas de ajedrez. Dije, bueno;
déme mis fichas. Por dos días de trabajo me dio un rey y una reina. Fui a la
barra y pedí una zarzaparrilla. Cuando me pidieron el dinero les di una reina y me devolvieron cuatro peones, dos torres y
un caballo.
Dylan
intenta comunicar lo que un joven pobre siente en medio de una gran ciudad en
pleno invierno Buscando trabajo recorrí
toda la ciudad. / Conseguí un empleo para tocar la armónica / sacando aire de
los pulmones por un dólar al día. / Soplé por arriba, por abajo, por dentro y
por fuera. / El tipo de allí dijo: me gusta tu sonido. / ¡Un dólar valía!
Un gran hombre dijo una vez que hay
gente que roba con una pluma. / No hacía falta pensar mucho para saber de qué
hablaba ese tipo. / Tanta gente no tiene comida en la mesa, / pero tienen
tantos tenedores y cuchillos y cortan alguna cosa…
He escrito una canción sobre un
paradójico mundo que da vueltas, / que parece hambriento y enfermo, cansado y
roto, / que parece morirse y todavía no ha empezado a nacer…
Un
crítico le preguntó ¿Quién le ha influenciado a usted, señor Dylan? Y Dylan
contestó No puedo hablar de ello porque
hay demasiadas influencias y podría olvidarme de alguna. Woodie Guthrie, Big
Joe Williams…, es fácil recordar esos nombres. Pero, ¿qué hay de los cruces de autopistas y de las esquinas heladas?
¿Qué hay de los discos que has escuchado una sola vez? ¿Qué hay de los aullidos
de los lobos y de los ladridos de los perros? ¿Qué dices del miau de los gatos
y del muuu de las vacas y del silbido de los trenes nocturnos? Abre los ojos y
los oídos y déjate influenciar, y no habrá nada que puedas hacer para impedir
todo eso…
En
1962 ya Dylan cantaba y hablaba así ¿Cuántos
caminos debe un hombre andar antes de que lo tengan por hombre?... Pienso que
los mayores criminales son aquellos que vuelven la cabeza cuando ven que algo
está mal y saben en verdad que está mal.
Yo solo tengo veintiún años y ya sé que ha habido demasiadas guerras.
Los mayores de veintiún años deberían saberlo mejor que yo. No dejes que nadie
te enseñe el camino que has de seguir. No dejes que nadie te diga cómo son las
cosas. No permitas que nadie alce barreras delante de tus ojos. Levántate por
la mañana y camina con los ojos bien abiertos. Olvida las frases hechas de los
necios. No hay nada dicho. Mientras tengas pies para andar habrá montañas por
escalar…
En
1968 yo estudiaba bachillerato en mi pueblo, Villa de Todos los Santos, y en
esa contemporaneidad tantas cosas parecidas o disímiles sucedía en distintas
partes del mundo, y Dylan escribe y canta en este año la letra de una canción
que siempre va a tener vigencia en la vida auténtica de cada hombre o mujer de
este planeta
Amor es todo lo
que hay
Es lo que hace
al mundo dar vueltas
Amor y solo amor
No se puede
negar…
De
1968 hasta este momento, cuando escribo estas líneas, son casi cincuenta años
transcurridos, qué de cosas han pasado, y los hombres y mujeres veremos la luz,
que disipa cada mentira, solo si nos abrazamos al amor que se corresponde con
la idea que rogamos a Dios Líbranos del
mal…, es decir que nos libre de hacer mal y que nos libre de que nos hagan
mal..
Adelfo Morillo
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