Tras de una
vida sencilla 38
En mi niñez y adolescencia
dejaron huellas, familiares como Aníbal Olivares, a mí me gustaba escucharlo
hablar y también cómo leía el periódico en voz alta a pedido de mi papá; no sé
cómo llegó a casa el colombiano Luis Castillo, recuerdo que se hizo allegado a
la casa, y un buen día se hizo marido de mi prima hermana, Aleida Rosa, y en
esos tiempos mi mamá le dijo para que fuera mi padrino, él aceptó y una tarde
estuvimos en una iglesia de San Fernando de Apure, donde se efectuó el
sacramento; de mi padrino Luis Castillo también recuerdo que me gustaba
bastante, cuando leía en voz alta El Nacional, a petición de mi papá; mi papá
salía conmigo a comprar cada mañana el pregonero,
así le decía él a Últiimas Noticias, el que a él le gustaba leer; otro de los
familiares que me gustaba, que fuera a la casa, era Alfredo Tenepe Morillo,
sobrino de mi papá, porque cuando iba tocaba el arpa, que papá siempre tenía en
casa, porque mi papá también tocaba el arpa, y mi papá era muy ponderado por la
forma como bordononeaba; otro arpista, sobrino de mi mamá, que también nos
visitaba, y tocaba el arpa en casa, era Lucio Mendoza; y otro arpista, sobrino
de mi papá, era José Joseíto Romero
Morillo, que nunca fue a nuestra casa, mas bastante tiempo después, nos
conocimos, y me buscaba para que jugáramos dominó…
A la casa iba la familia
Pinilla Ceballos, al esposo le decíamos profesor Pinilla, la esposa le decía
Pinilla, él era profesor de Matemáticas, y en una de esas visitas me preguntó
qué había elegido, le respondí Humanidades, me dijo que yo era flojo, no
respondí, porque sabía que yo nunca había sido flojo para el estudio, y hasta
ahora me gusta estudiar, leer y aprender como desde la primera vez…
Adelfo Morillo
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