Tras de una
vida sencilla 37
Hace más de cuarenta años
fuimos a una convivencia en San Javier del Valle, en Mérida, Venezuela, y
hablábamos con un padre franciscano de las contrariedades con que debemos
lidiar cada día en la labor con los estudiantes, docentes, padres, madres, y
representantes, y como reflexión nos dijo Hay
que tragar amargo y escupir dulce…
Nos sucede que cuando menos
lo esperamos, alguien nos sorprende con palabras malsonantes, hirientes,
ofensivas y hasta groseras, y sobre todo en esos momentos inesperados debemos
tomarnos tiempo para sosegarnos, respirar profundo, y luego de tragar amargo,
sepamos emitir palabras amables, dulces; esto es difícil, pero es la forma de desarmar
agresiones de cualquier color y tenor…
Todos convivimos con
vecinos, y no siempre actuamos bien entre vecinos, y si tenemos vecinos
difíciles, debemos procurar tragar amargo
y escupir dulce, y hacer todo lo posible hasta llegar a crear un ambiente
de respeto y de buena convivencia…
Desde mis últimos dos años
de primaria y en mis años de bachillerato vivíamos con unos vecinos frente a la
casa, por desconocidas circunstancias no nos tratábamos ambas familias, de mí
recuerdo que era creído, engreído, arrogante, y nada perturbaba mi forma de ser,
ignoraba a la gente y también todo lo que no estuviera en el camino de mis objetivos;
y cómo estaba de equivocado, porque así no debemos andar por la vida…
Adelfo Morillo
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