miércoles, 14 de octubre de 2015

Tras de una vida sencilla 37


Tras de una vida sencilla                  37

       Hace más de cuarenta años fuimos a una convivencia en San Javier del Valle, en Mérida, Venezuela, y hablábamos con un padre franciscano de las contrariedades con que debemos lidiar cada día en la labor con los estudiantes, docentes, padres, madres, y representantes, y como reflexión nos dijo Hay que tragar amargo y escupir dulce
       Nos sucede que cuando menos lo esperamos, alguien nos sorprende con palabras malsonantes, hirientes, ofensivas y hasta groseras, y sobre todo en esos momentos inesperados debemos tomarnos tiempo para sosegarnos, respirar profundo, y luego de tragar amargo, sepamos emitir palabras amables, dulces; esto es difícil, pero es la forma de desarmar agresiones de cualquier color y tenor…
       Todos convivimos con vecinos, y no siempre actuamos bien entre vecinos, y si tenemos vecinos difíciles, debemos procurar tragar amargo y escupir dulce, y hacer todo lo posible hasta llegar a crear un ambiente de respeto y de buena convivencia…
       Desde mis últimos dos años de primaria y en mis años de bachillerato vivíamos con unos vecinos frente a la casa, por desconocidas circunstancias no nos tratábamos ambas familias, de mí recuerdo que era creído, engreído, arrogante, y nada perturbaba mi forma de ser, ignoraba a la gente y también todo lo que no estuviera en el camino de mis objetivos; y cómo estaba de equivocado, porque así no debemos andar por la vida…
Adelfo Morillo   


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