martes, 29 de septiembre de 2015

Lengua castellana 2


Lengua castellana                       2

       La ortografía es una parte de la gramática, y ella se ocupa de orientar acerca del apropiado empleo de la lengua castellana, cuando se comunica algo por escrito.
       Si la comunicación es manuscrita, la letra debe ser legible.
       El léxico o vocabulario castellano es muy numeroso, por tanto se le debe conocer en rigor  para poder escribir bien cada palabra empleada en el acto de escritura.
        Al final de alguna línea cuando haya que separar una palabra, se debe dominar teoría y práctica de diptongos o hiatos, para que con competencia se haga la separación silábica de la palabra en cuestión.
       Se debe poseer adecuado conocimiento de la acentuación ortográfica, diacrítica y prosódica, para saber reconocer cada palabra y por tanto se pueda tener dominio de cuál palabra lleva tilde y cuál no.
       Son muy variados los criterios acerca del empleo específico de los signos de puntuación, a estos se les puede adecuar a una relativa normativa, porque aquí juega la variable particular del estilo de cada persona que escribe; podemos traer a la memoria la idea de Borges, cuando decía y escribía respecto a los signos de puntuación y consideraba que la forma de emplearlos es un arte.
       El cúlmine óptimo de la ortografía se da cuando las ideas comunicadas en la escritura por haber sido expresadas muy claras en su secuencia expositiva, son bien comprendidas por la persona o por las personas que las reciben por el medio que se haya elegido para hacer llegar el mensaje, un corto mensaje de texto, un correo electrónico o cualquiera de las variadas formas de escritura que ahora existen.

Una noche de luna clara

       Una noche de luna clara presenta mensajes infinitos, un niño puede soñar, preguntar o crear en su mundo de pensamientos cristalinos y en libertad.
       Un músico crea, mezcla y fusiona armonías; el pintor busca expresar belleza en el lenguaje de la pintura; los enamorados hablan, planifican, prometen, sueñan; los cantantes van desde el contrapunteo, a la serenata o se elevan en el dolce canto, el dulce canto; los maestros y maestras piensan, organizan, sueñan; los amantes de la pachamama, de la casa común, la naturaleza se angustian, siembran, elevan sus voces de alerta…
       Los mensajes que emite una noche de luna clara son infinitos, y la luna ilumina los contornos de las cosas, los grillos ensayan pertinaz concierto, y en espacios de luces y sombras las plantas florecen en colores y aromas, y por momentos casi se llega al silencio. Una noche de luna clara es buen momento para leer, para escribir, para crear, para soñar, y quizás algunos solitarios se apartan de la soledad, y, Dios quiera, y cada día seamos más amigos, sobre todo al amparo de una noche de luna clara.

                                                                                                 Adelfo Morillo 

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