Tras de una
vida sencilla 4
Desde mis seis años de
edad recuerdo que me empezaron a llevar a misa, después en la primaria, durante
el bachillerato, escuchaba el nombre de Dios, pero nunca había encontrado eco
dentro de mí, hasta aquella mañana, cuando Mariela me regaló su Biblia, con una
dedicatoria para mí, donde me llamaba a que me acercara a Dios, pero aun yo
seguía con mis dudas; mientras tanto seguíamos Mariela y yo, seguíamos
estudiando Italiano, escuchábamos canciones en italiano, y las traducíamos, sin
embargo, las canciones que más escuchábamos eran en inglés, estoy seguro de que
fueron sopotocientas y más; pero mi mundo de estudio junto a Mariela se
tambaleaba, yo estaba en Mérida sin sustento de dinero, y un día un compañero
de clase se dio cuenta de mi situación crítica, y habló con los profesores de
Francés, y dos de ellos, franceses fueron a Bienestar Estudiantil de la Universidad,
hablaron de mi situación con unas Licenciadas, y al mes siguiente empecé a
recibir un aporte económico, y luego a los pocos meses aprobaron mi beca de
estudio. Yo sentía que el mundo se tornaba más hermoso, en el día contemplaba
la belleza y perfume de las flores y también de cada una de las cosas que
observaba, y de noche me embriagaba con los coqueteos de la luna y con los
pestañeos de las estrellas; y cómo reíamos Mariela y yo, y ella se sentía tan
feliz con cada uno de mis logros, y caminábamos la montaña, y nos bañábamos en
sus ríos, y nos encumbraba el concierto de guitarra, que nos regalaba Enrique,
uno de los compañeros de estudio, en medio de un paseo, sentados sobre el pasto
en la falda de la montaña, frente al pico Bolívar en la sierra nevada…
Adelfo Morillo
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