Andanza por nuestro
idioma 68
Una mañana me presentaron en la Universidad a Caridad,
la mamá de una estudiante… Y me hizo recordar que tengo en mente escribir sobre
la caridad, del latín caritas… La
caridad es una virtud anónima, pero hay fundaciones de ayuda a huérfanos,
ancianos, enfermos, niños y adultos con cáncer, y no podemos ignorar sus
acciones benéficas, y tantas de ellas son sostenidas por artistas, deportistas,
gentes de negocios, y les dan publicidad, porque si fueran anónimas no
cumplirían con tan diversos beneficios, de tal manera que estamos ante un
aspecto dialéctico, y yo en lo particular me inclino, porque sigan las gentes y
fundaciones y demás posibilidades que socorren y ayudan a los necesitados de
ser atendidos, y aún más roguemos porque todos los seres humanos con
posibilidades para donar sigan multiplicándose en el mundo…
Ahora en situaciones particulares entiendo
que siga prevaleciendo la caridad como virtud anónima, según lo predica
Jesucristo, y cuando alguien necesitado de caridad se presente, no lo eludamos
con ningún tipo de omisiones, porque perdemos la gracia divina, pero eso sí que
nuestra mano derecha no se entere de lo
que hace nuestra mano izquierda…
Hay gente que implora caridad de mano
amiga, otras ruegan por un abrazo, otras piden para comer, y otras no tienen
abrigo… Nuestras manos laboran y dan, nuestros brazos protegen y sueltan,
nuestras mesas reciben comidas escasas, suficientes o abundantes, y gentes con
mesas de comidas escasas son capaces de dar, y no falta decir que gentes con
mesas de comidas suficientes o abundantes con más razón deben dar, y si tenemos
dos abrigos, podemos dar uno al que está al lado y sufre de frío, y hay tantas
más necesidades en las gentes, y entonces nosotros en silencio y sin nombre
podemos practicar la caridad…
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