En El Picacho 3
Una mañana nos embarcamos mi papá y yo en
una chalana cargada de madera, el río Apure estaba a media caja, como decimos
en el llano, cuando los ríos están a medio caudal, y habíamos navegado como dos
horas, cuando sentimos que la chalana se quedó varada, se había encontrado con
un banco de arena, el maquinista forzaba un poco el motor y no despegaba, entonces
escuchamos la voz del patrón de la
chalana de que se lanzaran al agua con palas, los tripulantes se quitaron la
camisa y se zumbaron al agua, otro les pasaba las palas, y esos hombres
zambullían y con las palas empezaron a cavar, y siguieron cavando hasta cuando
despegó la chalana, la sacaron del varadero, luego el maquinista atracó en la orilla, y mientras comíamos los
cavadores contaban que a veces les faltaba el aire y tenían que salir
rápidamente a la superficie, volvían a tomar la mayor cantidad de aire y
volvían a zambullirse siempre sin soltar la pala con que seguían la dura
maniobra…
Al final llegamos hasta donde bajaron la
carga de madera, el propietario le pagó el flete al chalanero y regresamos ya
con las primeras sombras de la noche, algunos tripulantes cantaban y el
plenilunio se prestaba para recordar, pensar y evocar amores y cuitas; yo solo
me inflaba de alegría, porque nunca sentí ningún miedo, mientras andaba en
compañía de mi papá; y ese viaje fue sucedido, porque cuando el cocinero
preparaba la cena, se le volcó un poquito de querosén dentro de la sartén donde
freía las tajadas, las terminó de freír y las lavó con agua del río, y no
olvido el sabor a querosén que todavía se le sentía a las tajadas, pero el
arroz y la cachama sí estaban como la misma ambrosía de los dioses clásicos…
Llegamos hasta el frente de nuestra casa,
el maquinista se orilló el momento suficiente para que mi papá y yo nos
bajáramos, entramos a la casa y después de hablar con mi mamá, yo le pedí la
bendición, y mi papá le contaba las peripecias del viaje de ese día, después él
tomó el arpa y empezó a sacarle sus ya conocidos pasajes, mientras yo escuchaba
el son del arpa y miraba cómo se deslizaba y alumbraba la redonda luna sobre la
parcha del solar frente al río…
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