Doscientos noventa
años
Esa mañana el sol llegó ardido de estíos,
era primero de febrero, por los cuatro puntos cardinales se tendía la llanura
ilímite, y el brisote peinaba el pasto sabanero, los chaparros mostraban sus
ramilletes floridos, el mastranto verdeaba con sus fragancias sobre el amplio
llano y los uveros vestían sus verdecastaños, y ese fue el día elegido por los
misioneros, los doce vecinos y los aborígenes que habían aceptado solo con la
condición de que se fundara un año antes las dos Misiones de Encomiendas en la
meseta de Calabozo, y que hoy casi un año después se erigiera el pueblo de
españoles de Calabozo…
Ese día se privilegió la lengua castellana
sobre las lenguas aborígenes y se impuso la religión católica sobre las
creencias indígenas, ya no se le cantaría al Sol ni a la Luna, ni al relámpago y al
trueno; y hoy se están cumpliendo doscientos noventa años de haberse consumado
aquel hecho fundacional, cuántas intrigas, envidias y trifulcas se libraron
para que permaneciera incólume esta Villa de Todos los Santos de Calabozo, este
pueblo que tiene de patrona a Nuestra Señora de las Mercedes, y el primero de
febrero víspera de la Virgen
de la Candelaria,
y el primero de noviembre la protección de Todos los Santos, y también tiene al
poeta Francisco Lazo Martí, nacido un catorce de marzo, y con alegría esta
fecha se festeja en este pueblo de tantas gestas trascendentes…
Hoy envío a mis coterráneos calaboceños y
al mundo estas líneas de alborozo teñidas de imperecederas memorias, y mientras
escribo, cantan a mis espaldas en el patio cucaracheros y turpiales, y este día
también es de sol ardido de estíos y de brisotes en todos estos predios
sabaneros y pueblerinos… Estuve en la avenida 23 de Enero y las escuelas
estaban presentes en un desfile de disfraces, de maestros y alumnos, de bandas
musicales, pancartas, carteles y pendones, y la gente y la algarabía por la
celebración de un año más de este pueblo aguerrido y firme para todo tipo de
circunstancia…
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