Calidoscopio de
remembranzas
Ayer
en la mañana, cuando salía del abasto ubicado frente al Monumento de los Fundadores de la Villa de Todos los Santos de Calabozo, estaba
llegando mi maestra de cuarto grado, Alina Parra, nos saludamos con
alegría, y recuerdo que para aquellos años de 1963 y 1964, todos los alumnos
estábamos enamorados de ella, la rememoro alta, de cuerpo escultural, morena
clara, cabello castaño claro, ojos claros y de hermosa cara, y también fueron
pasando ante mis ojos distintas escenas de ese entonces, en el Grupo Escolar Ramón F. Feo se organizaban actos
culturales y competencias de voleibol con otras escuelas, los comienzos del
comedor, sobre todo el primer día, cuando se nos acercó la Ecónoma y le pródigó más
atenciones afectuosas a mi primo Asdrúbal, porque según ella mi primo se
parecía a uno de sus hijos, la mañana de cuando inauguraron la Biblioteca Cecilio Acosta, y lo eligieron de epónimo,
porque fue un hombre de actitudes docentes y humanista integral, dijo la
maestra de sexto grado, Ermila Camacho, cuando salíamos y tumbábamos los mangos
a punta de pedradas frente al bar de Mundo,
en los tiempos de metras jugábamos en el patio de la escuela, en el patio de mi
casa y en cualquier sitio de la calle hacíamos la hueca o la troya, y junto con
ello el juego de palabras entre los muchachos competidores, en Carnaval
llegaban los estudiantes del Liceo Humboldt
a mojar sobre todo a las maestras, la mayoría exalumnos de ellas, y el correteo
y los gritos y la suspensión de clases, y en Semana Santa las procesiones, el chigüire,
el pescado salado, los dulces y el testamento de Judas Iscariote…
Y los circuitos de las carreras de
bicicleta, las carreras en sacos y en burros, el palo ensebado y cochino
ensebado, los fuegos artificiales, los carruseles con el bazar, algodón de
azúcar, y el circo con trapecistas, maromeros y payasos, todo eso es un
calidoscopio de remembranzas sin nostalgias de este Calabozo de calores,
colores y amores…
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