Sin lujo ni presunciones
Hace casi dos años estábamos visitando a
mi hijo Adelfo Antonio en San Cristóbal, ya casi estábamos de regreso, cuando
me llamó mi comadre, que vive frente a nuestra casa en Calabozo, para decirme
que se habían metido en la pasada noche en la casa, nos fuimos de regreso, y se
habían llevado dos televisores y dos chinchorros, y dejaron todo hecho un
desorden, parece que buscaban dinero y joyas; yo vivo del sueldo de profesor
que me paga quincenalmente la Universidad
Rómulo Gallegos, mi mujer hace siete años se graduó de
Licenciada en Educación Integral y todavía no le dan trabajo, por lo demás no
somos amigos del lujo ni de las presunciones, además hace dos años no me pagan
la pensión, porque no me han desincorporado del Ministerio de Educación, y la Universidad me
descuenta el Seguro Social, pero no aparece registrada, porque no puedo tener
dos patronos, lo cierto es que tengo mil quinientos cotizaciones…
Ahora bien, nosotros tratamos de vivir sin
exceso de consumo, adquirimos solo las cosas necesarias para una existencia
digna, creemos que los verdaderos tesoros son la salud, el amor y la bondad, y
otro tesoro que cuido diariamente son las plantas medicinales, frutales y
florales que tengo sembradas en los patios de la casa, y esos tesoros no valen
nada para los que buscan apropiarse indebidamente de las cosas de los demás…
Ahora mismo terminé de regar las plantas,
y mientras esto hacía caían algunos mangos, algunos bachacos se subían a mis piernas,
y yo los desprendía con el chorro de agua de la manguera, y estoy sentado
escribiendo al compás de variados pájaros que llegan hasta el frescor de las
plantas de los patios, y los tucusitos se balancean en el aire, volando de flor
en flor y libando el sabroso y odorífero néctar…
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