Y ahora esta tarde me regala otro encuentro
Fuimos niños y en ese tiempo mirábamos el
mundo con egoísmo, lo hacíamos con los colores de los sueños… Ya pensábamos en
la muerte, a veces nos atraía, la dejábamos a un lado y seguíamos creciendo
cada día… Íbamos descubriendo alegrías, malestares, y los gustos y deseos por
el sexo opuesto, y también nos llamaba el amor que es más fuerte que esos
gustos y deseos… Dejamos la edad de ser niños, nos hicimos adolescentes,
jóvenes y llegamos a adultos, pero los niños siguen en el mundo, ellos les
siguen dando nombre a las cosas con palabras de sueños, siguen volando
papagayos tratando de llegar a otros sitios, persiguen la liviandad de las
mariposas, y yo adulto no soy ajeno a esas miradas de sueños…Mi hijo de catorce
años aún juega con las hojas de las plantas, todavía se distrae con el vuelo de
los pájaros, anda tras el sonido y olor de la lluvia… Y yo me dejo llevar por
mis recuerdos de momentos gratos, aún guardo la memoria de los dos primeros
años de mi hijo, y sé que fue diferente al resto de los demás niños, no porque
haya sido mejor, sino porque los momentos de cada niño son diferentes, él
caminó en su tiempo y también empezó a hablar en su tiempo… Ahora andamos a la
par, él con sus visiones de joven, la mamá con sus perfumes de mujer que nos
aligera momentos de hiel y sal, y yo que entre otras cosas escribo claroscuros
y colores, me gustan los colores de la paz, de armonía y alegría… Con todos mis
hijos y con mi mujer busco tejer escenarios gratos y tranquilos, sin ignorar
los claroscuros de los pesares, pero fortaleciendo los colores de miel y
amores… En los colores de la mañana me persigno con optimismo y fe, en los
colores de la tarde me entrego a contemplar el presente con sentidos de
perennidad, y en los colores sombreados de la noche me dejo llevar por la ronda
silenciosa y serena de las luciérnagas… La vida es para vivirla con palabras,
para compartirla con voces amigas, y las llevamos a la escritura con paciencia
y laboriosidad como hormiguitas con razón, conocimiento y amor… Y ahora esta
tarde me regala otro encuentro con las letras, bajo nuestro techo donde
convivimos mi hijo Fabio, María, mi mujer y yo; ella me trajo un guayoyo y dos
rebanadas de pan, mi hijo se entretiene con la televisión, con los videojuegos
y con tantas otras cosas, y yo disfruto cada segundo, mientras trina un
pajarito en el patio, canta un gallo donde los vecinos, y la certidumbre del
ahora que poco a poquito sigue transcurriendo inexorable…
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