Las citas y una poesía a la mujer y
a la rosa
Las citas tienen diversas lecturas, pueden
servir para decirlas en público como alimento de vanidad, logran a veces
ajustarse a una circunstancia y llegan como anillo al dedo, pero también pueden
no decirnos nada, si no tenemos información previa de lo que ellas refieren,
tomemos de ejemplo esta:
“Damocles nunca danza mejor que bajo la
espada. La libertad coincide con el heroísmo”, aparece en el libro El hombre rebelde de Albert Camus; si no
sabemos la referencia de Damocles, nos quedamos sin mensaje, porque no lo
podemos descifrar, para que la comunicación se dé, debemos preguntar, o si no
irnos a averiguarlo en alguna enciclopedia, y así descubrimos que Damocles fue
un noble siciliano del siglo V a. de C., que siendo cortesano de Dionisio el
Viejo, tirano de Siracusa, y nos dice la tradición que Damocles envidiaba el
trono del rey, y este le concedió por un día el gobierno del reino, y sobre su
cabeza colocó una espada pendiente de una crin de caballo, y con esto Dionisio
le dio a entender que el poder de los tiranos no es envidiable.
Mi
manera favorita de leer es acostado en la cama o en el chinchorro, y sucedió
que estaba acostado en la cama del corredor, cuando miraba a mi alrededor, me
alegraba de estar vivo y con salud, y desde ahí observé que una mata de mango
batía sus ramas sobre una mata de caruto, y esta sombreaba al limonero, y este
movía sus ramas sobre la dama de noche, y como era de tarde sobre la pared se
posó un cucarachero a cantar, y por el suelo se arrastraban unas lagartijas,
mientras esto sucedía, me vino la idea de las citas en las letras. A mí antes
me gustaba retener citas, ahora por la lectura permanente se me van quedando
sin intención manifiesta, y solo si en verdad se adecuan a una situación
momentánea, las utilizo con naturalidad, sin ningún indicio de pedantería o
vanagloria, quiero decir que me parece más significante hablar de alguna obra,
y contar y describir algún planteamiento literario, que le dé sazón, claridad y
color a lo que se está conversando, bien sea de tristeza y dolor o de alegría,
y voy a cerrar con una idea de poesía a la mujer y a la rosa, en un terceto
monorrimo de Rubén Darío:
“El verso
sutil que pasa o se posa
sobre la
mujer o sobre la rosa,
beso pudo ser o ser mariposa.”
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