En este planeta de sol, luna y
tiempo
El espermatozoide es una vida, y el óvulo
también es una vida, y en algún momento estos dos microorganismos se unen y dan
paso a otra forma de vida, y cada especie viva tiene su propia manera de nacer
y reproducirse en alma, y es porque la vida es alma permanente, intangible,
real… Alguna vez hemos tenido algo vivo en nuestras manos o cerca de nosotros:
una ave, una mariposa, o una planta, y en un tiempo muy fugaz en nuestras manos
o cerca de nosotros ha dejado de respirar, de moverse, o de brillar en colores
y formas, y no nos explicamos cómo de un momento a otro ocurrió tal fenómeno, y
es que el alma sencillamente se ha ido de ese recipiente donde solo había
estado de paso, y claro, el ave ya no se mueve, no vuela, se queda inerte, y la
mariposa igual no vuela, se seca de tiempo, y la planta pierde su color y se
marchita sin alma, y nosotros los seres humanos parece que nunca vamos a
terminar de comprender el milagro y misterio de la vida, que nuestro cuerpo
piensa y siente mientras nos acompaña el alma, estamos vivos en cuerpo porque
en nosotros se mantiene el alma, de tal forma que cuando nuestro cuerpo deja de
oler, escuchar, mirar, pensar y sentir deberíamos decir que nuestro cuerpo va a
empezar a corromperse y con su descomposición va a dar paso a una cantidad de
seres vivos, entonces no deberíamos decir que hemos muerto, y por tanto no
debería producirnos dolores ni tristezas, porque el alma solo nos ha dejado,
para irse no sabemos a dónde, porque el alma es inmortal, estuvo en nosotros y en
un suspiro se va del cascarón de músculos y huesos, que es el cuerpo humano…
Entonces la palabra muerte no es para los cuerpos, porque estos se transforman
en otros signos de vida, y menos se aplica la palabra muerte para el alma,
porque esta abstracción forma parte de la eternidad, por tanto cada ser vivo
tiene una forma determinada por un breve tiempo, así son los animales y las
plantas, y asimismo somos los seres humanos, con unos comportamientos acordes a
los impulsos de amor y bondad, o a los impulsos de odio y maldad… Mientras esto
escribo, sigo fortaleciendo mis impulsos de amor y bondad, y cada vez minimizo
más mis miedos, porque voy comprendiendo conceptos de vida y eternidad, que me
vienen de esta alma, que en mí vive, no sé por cuánto tiempo más, y por eso
miro la faz de Dios en los colores de las flores, en las sonrisas de los niños,
y en el amor que alumbra en infinitas
manifestaciones en este planeta de sol, luna y tiempo…
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