Con nuestra mejor convivencia humana
La especie humana tuvo que recorrer un
muy largo espacio de tiempo para pasar de la lengua hablada a la escritura…
Cada pueblo se fue dando sus particulares sonidos y luego sus correspondientes
grafías… Y así hemos llegado a los actuales momentos, cuando hay una amplia
gama de recursos de tecnología de información y de comunicación…. Y
paradójicamente observamos tantos signos de desinformación y de incomunicación… Hablamos, y nos gusta que nos escuchen, mas
tantas veces no escuchamos a los demás… Y entonces acudimos a las disculpas,
como es que ando de prisa, casi no tengo tiempo para llegar al trabajo, a la
casa, al colegio de mis hijos, y tantas otras disculpas de diverso tenor… Ahora
bien, el idioma hablado y escrito bien sea, castellano, alemán, inglés,
mandarín, quechua, o piaroa, es representativo del grupo lingüístico según el
caso… Y aquí queremos recordar un ejemplo que le da calor y sentimiento a un
hecho en el tiempo, sucedió cuando Carlos V fue por vez primera a España, y
desconocía las costumbres y también el idioma de sus súbditos a los que debía
gobernar, ya España le había proporcionado sus mejores soldados y también le
había ofrecido todo el apoyo, y entonces
Carlos V supo agradecer estas muestras de acato, por lo cual se dio por
identificarse con el espíritu español: empezó por hablar castellano, en medio
de una vida austera, y su aprecio por la lengua castellana lo llevó a tal grado
que alguna vez se le escuchó decir:
-“Yo hablo italiano con las damas; hablo
francés para tratar con los hombres; pero para hablar con Dios, empleo el
castellano…”
Pues
bien así como los hablantes y escribientes del castellano nos sentimos
identificados con nuestro idioma… Así cada hablante y escribiente de su lengua
en particular debe sentirse consustanciado en cuerpo y espíritu con su propio
idioma…
Consideramos que la comunicación es un
hecho vital para los hablantes y escribientes, como también para los que se
comunican con el lenguaje de señas o de alguna otra forma de lenguaje, que sin
duda contribuye con nuestra mejor convivencia humana.
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