Respeto por la palabra 80
Árboles,
árboles, sinfín de árboles
En
esta mañana de domingo, después de un día de fiesta, celebración de cumpleaños
de dos marcistas, pensaba acostado en el chinchorro, de donde me levanto y voy
a la biblioteca y tomo un libro, donde me topo con el poeta de Valencia
señorial de Venezuela, Eugenio Montejo, leo y regalo a ustedes esta magia en algunos
de sus versos: Hablan poco los árboles... / Pasan la vida entera meditando / y
moviendo sus ramas. / Basta mirarlos / cuando se juntan en los parques; / solo
conversan los más viejos, / los que reparten las nubes y los pájaros, / pero su
voz se pierde entre las hojas... La vegetación de estos
llanos ardidos de sequía es para rendirle honores, se mira tan seca que parece
que estuviera muerta, basta que caiga la primera llovizna y, magia, a la mañana
siguiente se muestra verdecita. Eugenio Montejo, poeta, no podía dejar a un
lado a los árboles, su canto en versos es para que sembremos árboles y aguas y
pájaros. Busquemos el amor, porque a veces lo olvidamos, si siempre andamos con
el amor por delante, seguro que vamos a darnos a la vida, es decir, a las
aguas, a las plantas, a las brisas, a los pájaros. Transcurra este domingo
marcista y se prolongue mañana y tantas otras mañanas y por siempre en festejos
de verduras, colores y amores...
Adelfo Morillo
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