Campo de Carabobo
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Pasado,
proyección de presente continuo a futuro
Continuamos
pulsando el Discurso pronunciado en Angostura el 15 de febrero de 1.819 por el
Libertador, Simón Bolívar, ante los diputados del Congreso… No seamos presuntuosos,
legisladores; seamos moderados en nuestras pretensiones. No es probable
conseguir lo que no ha logrado el género humano, lo que no han alcanzado las
más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la democracia absoluta,
son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas
republicanas. Echen una mirada a las repúblicas antiguas, a las repúblicas
modernas, a las repúblicas nacientes. Casi todas han pretendido establecerse
absolutamente democráticas, y a casi todas se les han frustrado sus justas
aspiraciones. Son laudables ciertamente los hombres que anhelan por
instituciones legítimas y por una perfección social; pero ¿quién ha dicho a los
hombres que ya poseen toda la sabiduría, que ya practican toda la virtud, que
exigen imperiosamente la liga del poder con la justicia? Ángeles, no hombres,
pueden únicamente existir libres, tranquilos y dichosos, ejerciendo todos la
potestad soberana. Ya disfruta el pueblo de Venezuela de los derechos que legítima y fácilmente puede gozar; moderemos
ahora el ímpetu de las pretensiones excesivas que quizá le suscitaría la forma
de un gobierno incompetente para él; abandonemos las formas federales que no
nos convienen; abandonemos el triunvirato del poder ejecutivo, y concentrémoslo
en un presidente, confiémosle la autoridad suficiente para que logre mantenerse
luchando contra los inconvenientes anexos a nuestra reciente situación, al
estado de guerra que sufrimos y a la especie de los enemigos externos y
domésticos, contra quienes tendremos largo tiempo que combatir. Que el Poder
Legislativo se desprenda de las atribuciones que corresponden al Ejecutivo, y
adquiera no obstante nueva consistencia, nueva influencia en el equilibrio de
las autoridades. Que los tribunales sean reforzados por la estabilidad y la
independencia de los jueces, por el establecimiento de jurados, de códigos
civiles y criminales que no sean dictados por la antigüedad, ni por reyes
conquistadores sino por la voz de la naturaleza, por el grito de la justicia y
por el genio de la sabiduría…
*Ortografía
actualizada por Adelfo Morillo.
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