sábado, 6 de febrero de 2021

 

Campo de Carabobo    30

Pasado, proyección de presente continuo a futuro

Continuamos trayendo el Discurso pronunciado en Angostura el 15 de febrero de 1.819 por el Libertador, Simón Bolívar, ante los diputados del Congreso…         Siendo los ministros los responsables de las transgresiones que se cometan, ellos son los que gobiernan, porque ellos son los que las pagan. No es la menor ventaja de este sistema la obligación en la que pone a los funcionarios inmediatos al Poder Ejecutivo de tomar la parte más interesada y activa en las deliberaciones del Gobierno y mirar como propio este departamento. Puede suceder que no sea el presidente un hombre de grandes talentos ni de grandes virtudes, y no obstante la carencia de estas cualidades esenciales, el presidente desempeñará sus deberes de un modo satisfactorio, pues en tales casos el ministerio, haciendo todo por sí mismo, lleva la carga del Estado. Por exorbitante que parezca la autoridad del Poder Ejecutivo de Inglaterra, quizá no es excesivo en la república de Venezuela. Aquí el Congreso ha ligado las manos y hasta la cabeza a los magistrados. Este cuerpo deliberante ha asumido una parte de las funciones ejecutivas, contra la máxima de Montesquieu, que dice que un cuerpo representante no debe tomar ninguna resolución activa: debe hacer leyes y ver si ejecutan las que hace. Nada es tan contrario a la armonía entre los poderes como su mezcla. Nada es tan peligroso con respecto al pueblo como la debilidad del Ejecutivo; y si en un reino se ha juzgado necesario concederle tantas facultades, en una república son estas infinitamente más indispensables.  Fijemos nuestra atención sobre esta diferencia, y hallaremos que el equilibrio de poderes debe distribuirse de dos modos. En las repúblicas el Ejecutivo debe ser más fuerte porque todos conspiran contra él, en tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser el Legislativo, porque todo conspira en favor del monarca. La veneración que profesan los pueblos a la magistratura real es un prestigio que influye poderosamente a aumentar el respeto supersticioso que se tributa a esta autoridad… Un magistrado republicano…   

*Ortografía actualizada por Adelfo Morillo.

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