El
baile de Independencia
Eduardo
Carreño escribe en el libro Vida
anecdótica de venezolanos… A Fermín Toro (nace en El Valle, Capitanía
General de Venezuela, Imperio español, el 14 de julio de 1.806, muere en
Caracas, Venezuela, el 23 de diciembre de 1.865) le confió el Gobierno de Venezuela la misión de gestionar el
reconocimiento de la Independencia de la República por la metrópoli. El 30 de
marzo de 1.845, Francisco Martínez de la Rosa, político liberal, firmó el Tratado de Paz y Amistad con Venezuela, después
de las gestiones largo tiempo demoradas de Soublette y de Fortique, a las que
dio motivo un incidente enojoso: cierta frase del Ministro español, desdorosa
para Venezuela. Soublette todo hubo de arrostrarlo, incluso el rigor del
invierno, y viose a punto de suspender la negociación, la cual continuó después
de retirada la frase. Tal actitud de Soublette le valió las más cumplidas
alabanzas de hombres eminentes como Lord Clarendon, y de Wellington, entre
otros. Cupo a Fermín Toro coronar tan difíciles asuntos diplomáticos. Al propio
Martínez de la Rosa habíale tocado, en 1.844, iniciar el reconocimiento de
derecho de nuestra República, y así lo anunció a las Cámaras de Próceres y Procuradores
del Reino, cuando expresó la voluntad del Gobierno de Isabel II de establecer
las relaciones internacionales con México. Firmó Toro el Acta, de
trascendencia, el 7 de agosto de 1.846, con lo cual ganó insigne honra, para él
y para Venezuela. No desaprovechó la Reina ocasión tan propicia, para invitar a
un agasajo fastuoso en el Casino de Madrid a nuestro Representante Diplomático y
al general Juan José Flores, notable venezolano. Bailó Toro con la Reina. En
Caracas se conoció la noticia; y el general Carlos Soublette, Presidente de la
República, hizo circular la nueva de que el prócer había pisado el traje de la
Reina, desgarrándolo. Don Fermín vuelto al país se vio con Soublette: ¿Crees que no sé bailar, para cometer tal
bochorno..? Y Soublette No lo dudo.
Yo inventé el cuento y lo hice para obsequiarte. Si no nadie te hubiera
perdonado tal éxito y además que bailaste con la Reina de España.
Adelfo Morillo
Editado por María Ríos
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