El
diente roto
Pedro Emilio Coll (nace en Caracas el 12
de julio de 1.872, muere también en Caracas el 20 de marzo de 1.947) escribe
este cuento moraleja
El diente roto
A los doce años combatiendo Juan Peña con
unos granujas recibió un guijarro sobre
un diente y el diente se partió
en forma de sierra…
Con la punta de la lengua, Juan tentaba
sin cesar el diente roto, sin pensar.
Juan permanecía horas en actitud
hierática, mientras con su lengua acariciaba el diente roto –sin pensar.
-El niño no está bien, Pablo –decía la
madre al marido-, hay que llamar al
médico.
Llegó el
médico y diagnosticó: buen pulso, mofletes sanguíneos, ningún síntoma
de enfermedad.
-Señora, su hijo sufre del mal de pensar,
su hijo es un genio tal vez.
Mientras Juan acariciaba el diente roto –sin
pensar.
Creció Juan Peña, distraído por la tarea de su lengua ocupada en tocar el
diente roto –sin pensar.
Pasaron meses y años, y Juan Peña fue
diputado, académico, ministro, y estaba a punto de ser presidente de la
República, cuando la apoplejía lo sorprendió acariciándose su diente roto con
la punta de la lengua.
Y doblaron las campanas y fue decretado
duelo nacional; y cayeron rosas y lágrimas sobre la tumba del grande hombre que
no había tenido tiempo de pensar.
Editado por Adelfo Morillo y María Ríos
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