Un solo canto
A la aurora de
rosados dedos,
cantaba Homero, el
rapsoda griego;
y yo en cada
aurora
te recuerdo
sin frenesí;
te recuerdo
también ahora
y canto
por tu dulce
encanto,
cuando miras,
cómo hablas,
y yo suspiro
tan solo por tu
recuerdo.
A las
constelaciones y a la luna,
cantaba Safo, la
poeta de Mitilene;
y yo canto al
amor,
al amor de tus
manos,
al amor de tus
ojos;
y por eso canto,
cómo me gusta
cantar
a tu gracia
sensual
y a tu forma de
mirar.
A la luz de una
lámpara,
cantaba Borges, el
aedo de Buenos Aires;
y yo canto a este
llano sin par,
donde esquivamos
desaires
y donaires por
igual;
y por eso canto,
cómo me gusta
cantar
cada verso que
vuela,
cada letra que
eleva.
Himnos a la noche,
cantaba Novalis,
el poeta alemán;
y yo canto a las
luciérnagas
en su danza de luz
y me distraigo
y no me duermo
sintiendo La vida
es sueño.
Adelfo Morillo
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