Entre cielo y mar
No sé cuántas
ausencias,
alguna vez nos
alcanza
otra ausencia,
la ausencia de un
amigo
o de una amiga;
en algún momento
se sumará mi
ausencia
y quizás algún
amigo
o alguna amiga
me mantenga en la
memoria;
algo sabrá de mi
historia,
de mi historia sin
alardes,
de mi historia
menuda;
sabrá que anduve
bajo placidez de
sombras,
de frescas sombras
de plantas;
y ese tiempo de mi
ausencia
confío que sea de firme
aurora,
una de esas que
sonríen y florecen
sueños y cantos de
belleza,
flores y cantos de
alegrías,
flores y cantos de
amores;
y ese tiempo de mi
ausencia
que sea de
ternuras,
la de un niño que
abraza,
la de un padre o
madre
que abraza;
una ternura de
perfumes,
una ternura de
jazmín,
como la primigenia
ternura del Edén.
No sé cuántas
ausencias,
la de un maestro
amigo,
la de una maestra
amiga;
no sé cuántas
ausencias,
la de mi abuela
materna,
la de mi abuelo
materno,
que para mí
fueron mamá y
papá;
cuántas ausencias
más,
no sé cuántas más;
ya es un caudal de
ausencias,
no sé cuántas más,
ya andan entre
cielo y mar.
Adelfo Morillo
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