Siembra
Desde muchacho
me ha cautivado un
tucusito,
ese colibrí o
chupaflor
o también
chupachupa
y quise tanto
tenerlo conmigo
que una vez de una
pedrada
maté un tucusito,
lo tuve en las
manos
y no comprendí
por qué ya no
tenía encanto,
cómo había perdido
su calor,
seguía con color,
mas ya no vivo
color
y desde entonces
vivo queriendo
enmendar mi error,
fue un crimen de
lesa culpabilidad.
Ya no soy un
muchacho,
mas quisiera
olvidar ese crimen,
siembro plantas
y llegan a sus
flores,
mariposas, abejas,
pegones,
avispas y chupaflores
y ahora solo me
encanto,
porque contemplo
con amor
el vaivén de vida
variopinta.
Ya en edad no soy
un muchacho,
mas en mi sentir
sí soy un muchacho,
siento la lluvia
menuda,
siento su música
fragante,
siento cómo pasa
el tiempo;
en mis sentidos
soy un muchacho,
coloreo emociones,
deletreo
canciones,
silabeo madrugadas
y palpo coqueteos
de luna;
escribo y me
confieso
ante Dios y ante
la gente
y por tanto confío
en que ese crimen
yo ya lo haya
pagado;
mas sigo en mi
siembra de plantas,
siembro frijol
negro,
similar a la
caraota negra,
siembro espinacas
y también
albahacas,
siembro mis ojos
en cada cosa
bonita
y me dejo alegrar
por cada momento
sin prisa.
Adelfo
Morillo
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