El
mito
En
el libro Literaturas aborígenes
venezolanas…, escrito de recopilaciones hechas por Fray Césareo de Armellada
y Carmela Bentivenga de Napolitano, Monte Ávila Editores, 1973, Caracas; en la
página 25 leemos el título Lenguas
aborígenes actualmente habladas en Venezuela; como vemos ese actualmente
estaba referido al año 1973, y ahí dice que warao es una de esas lenguas, y se
localiza en Delta Amacuro, Sucre, Monagas y Guayana Esequiba; y en esta oportunidad
vamos a hablar de ese estadio cultural común a cada uno de los pueblos
primigenios, que como sabemos comenzaron con la lengua oral a darle respuesta
ingenua con el mito a las preguntas que se hacían acerca de los fenómenos que
observaban, y que los asombraban, como la luz que alumbraba cada día, que
surgía y se ocultaba; y luego todo quedaba oscuro en la noche si no había
luminaria en el cielo, o semialumbraba, si la luminaria estaba presente en el
cielo; asimismo se asombraban ante la lluvia, los ríos, los relámpagos y
truenos, y se miraban a sí mismos y se hacían preguntas, y miraban que los
cuerpos de los hombres tenían formas diferentes a las formas de la mujer; y si
nos dejamos ir hasta la cultura de nuestros aborígenes venezolanos, nos vamos a
encontrar con un mundo que nos llena de asombro, y si somos amantes de la
literatura y nos damos tiempo para leer lo que se ha recopilado y escrito de
estos pueblos, nos deleitaremos con el caudal de expresiones hermosas que ellos
emplean, para resaltar cada una de sus esencias de vida; y en este libro que
estamos reseñando, leemos en la página 118 el título Origen de la muerte…
Este mito lo trae De Goeje en
su trabajo The Inner Structure of Warao
Language of Guiana y procede de la región de Surinam; mas en el fondo es
universal entre los guaraos, según los cuales la causa de la muerte fue la
desobediencia.
Cuando el mundo estaba recién hecho y
los animales podían hablar, un Jefe de aborígenes habló a su gente y les dijo:
- Esta noche va a pasar la muerte, por
tanto no duerman.
Pero a pesar de la advertencia, un joven
se fue a dormir.
Siguió diciendo el Jefe:
- El primero que va a llamar esta noche
es el espíritu de la muerte; el que llamará después es un espíritu bueno. Si
nosotros contestamos a este último, no moriremos nunca; pero si contestamos a
la primera llamada, moriremos sin remedio.
Llegó la noche y todo estaba en el más
profundo silencio en la ranchería. Cuando he ahí que hacia la medianoche oyeron
una voz.
Los aborígenes no respondieron.
Mas el muchacho que estaba dormido, se
despertó sobresaltado y contestó a la voz.
Aquella era, en efecto, la llamada de la
muerte.
Se cumplió inexorablemente la sentencia.
Y desde entonces los aborígenes
comenzaron a morir.
En: Guarao
Guarata, página 149
Adelfo Morillo
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