Sigues, luna redonda
La
luna se pasea redonda,
aquí
la miro,
en mi
rincón de calle ciega,
pienso
en mis hijos,
si la
miran
allá
en Dublín,
en San
Cristóbal de Táchira,
en
Mérida de los Caballeros,
en
Barinas de los varinás,
en Los
Teques mirandinos,
en
Caracas la de Santiago de León
y
también si aquí la miran mis hijos Fabio y Cristina.
Mientras
la luna se pasea redonda
insensible
a
mareas,
a
fertilidad o infertilidad,
a
comejenes o gorgojos,
porque
a la luna
solo
hombres y mujeres le asignamos tantas cosas.
Y cada
forma de luna algo dice a los enamorados,
mientras
la luna se pasea redonda,
se
dibuja cual manzana de nácar,
o se
presenta con mejilla de rosas;
yo
solo la miro
y me
digo tantas cosas,
me
arrepiento de pasados errores,
me
voy, mujer, a tus perfumes morenos,
y
pienso solo en cada momento presente,
como
este de ahora
que
nos regala fresco ambiente de llano recio,
y en
qué bien me siento,
por
contar con algunos amigos;
y
mientras la luna redonda se pasea,
clarita
me
llena toda la cara
y me
quedo solo con esta luna en la noche,
soy su
amante desde niño,
desde
aquella noche frente al río,
cuando
estaba mi mamá a mi lado,
y yo
le preguntaba a mi mamá sueños de niño
y mi
mamá me respondía sueños de niña.
Luna,
yo me voy,
sé que
estoy de paso,
y tú,
luna, te quedas,
tú
nunca pasas,
sigues,
luna redonda,
sigues
tu paseo.
Adelfo Morillo
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