Algunas ideas de Instrucción Pública
Las
Naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que
camina la educación…
El
Director de una escuela, hombre generoso y amante de la Patria, que
sacrificando su reposo y su libertad se consagra al ejercicio de crearle
Ciudadanos al Estado que le defiendan, le ilustren, le santifiquen, le embellezcan,
y le engendren otros tan dignos, como él, es sin duda benémerito de la Patria:
merece la veneración del Pueblo y el aprecio del Gobierno. Él debe alentarle, y
concederle distinciones honrosas…
El
Gobierno debe proceder a elegir entre la multitud, no un sabio, pero sí un
hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus costumbres, por la
naturalidad de sus modales, jovial, accesible, dócil, franco, en quien se
encuentre mucho que mirar y poco que corregir…
Formar
el espíritu y el corazón de la juventud, he aquí la ciencia del Director: este
es su fin…
Siendo
la palabra el vehículo de la instrucción, es de los primeros cuidados del
Director que la dicción sea pura, clara, y correcta: que no se admita
barbarismo ni solecismo; que se dé el valor a los acentos, y se llamen las
cosas con sus propios nombres sin alterarlos…
Un
hombre de genio, que conozca el corazón humano, y que le dirija con arte: un
sistema sencillo, y un método claro y natural, son los medios eficaces por
donde la sociedad puede hacer extraordinarios y brillantes progresos…
*Párrafos entresacados de un artículo
periodístico escrito en 1825; se considera inspirado por Simón Rodríguez…
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