Tras de una
vida sencilla 62
Al alma
grande de Olinto
Mi hijo Adelfo Antonio vive
en San Cristóbal, Táchira, Venezuela, y cuando voy a visitarlo, o cuando él
viene a visitarme, por alguna circunstancia me habla de un amigo de él, de
nombre Olinto, del pueblo Curazao, más arriba de Palmira; y en la tarde del
jueves 3 de diciembre me llama Adelfo Antonio, me dice que está buscando un
taxi, para que lo lleve hasta un sitio, donde lo espera su amigo Ariel, para
asistir al velorio de Olinto; no sé por qué sentí hondo pesar ante tal noticia,
solo tenía referencias ocurrentes que me contaba Adelfo Antonio acerca de este
ser humano; de entre varias de esas ocurrencias, me vino a la memoria aquella
de cuando Adelfo iba con él en la camioneta, y en cierto lugar este señor
Olinto le dice al chofer que se detenga, ahí están unos niños, y les pregunta
¿Qué hacen ustedes ahí, por qué
no están jugando?
Estamos vendiendo estos mamones, mamá
nos dijo que hasta que no los vendiéramos, no podíamos jugar…
¿Cuánto es el precio de todos esos
mamones? Tomen el dinero, móntenlos ahí detrás de la camioneta, y se van a
jugar…
Este comportamiento dice
todo lo bueno de un auténtico ser humano, porque el juego es el mayor tesoro
para los niños… Desgraciados los que esclavizan a un niño o a una niña,
desgraciados los que explotan a un niño o a una niña, desgraciados los que
maltratan a un niño o a una niña...
Rato después de la llamada
de Adelfo Antonio, nos sentamos mi mujer y yo a coser el borde de una tela de
sábana que compramos para nuestro hijo Fabio, yo recordé y le dije a mi mujer Este dedal fue a Mérida conmigo y regresó,
se graduó conmigo… Y en algún momento me paro, me dirijo a la cocina y
cuando voy entrando al zaguán, siento una suave fragancia varonil, como de una
buena presencia, regreso y le digo a María, ella va hacia la cocina y me dice
que también siente una fragancia, y digo
Pensé en Fabio, que había regresado, y hasta abrí la puerta de su
cuarto…
Y María dice Fabio no usa perfume…
Tampoco sé por qué, me vino
la idea del señor Olinto, que así nos dice que su presencia ronda junto a los
buenos seres; de ser así espero ser digno de tal alma grande, Mahatma, en sánscrito, como dijo
Rabindranath Tagore de Gandhi; Trigo
limpio, como dice Diego, un amigo de una de las Islas Canarias; Oro puro, como dice Leidi, una
participante de la Especialidad de Lengua…
El viernes cuatro cuando
cenábamos, conté a Fabio de la fragancia que sentimos María y yo, y dije Es la presencia de un ángel bueno…
Bienaventuranzas para Olinto, alma grande de Curazao, más arriba de Palmira,
allá en Táchira, deste este rincón de calle ciega, en esta Misión de los
Ángeles, de nuestra Villa de Todos los Santos…
Adelfo Morillo
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