Tras de una
vida sencilla 47
Cada mañana, al despertar
hago mi oración a Dios; luego me dispongo para mirar y tratar de comprender lo
que va surgiendo en el transcurso del día…
Ayer, ahora, es una suma
más de recuerdos de todo mi pasado, y del cual rememoro los gratos momentos
vividos, y cuando hago esto, es como si fuera una película a saltos, porque no
hay secuencia temporal; y hoy a esta hora de la mañana, un poco más de las
ocho, cuántos instantes ya he ido acumulando de esta parte de la jornada; mi fe
me lleva a confiar en que Dios me guía a nuevos puertos seguros; hasta ahora me
ha gustado navegar por ríos en canoas, lanchas voladoras, bongos, falcas y
chalanas; tres veces he navegado por el mar en ferry, y esas veces me he
mareado, y cuando he bajado a tierra, he sentido como si caminara dando
bandazos, como si todavía estuviera navegando en el ferry…
No sé cuántas veces anduve
en la curiara con mi papá, por el Apure,
agua arriba o agua abajo, él manejando el canalete, y yo manejando la palanca;
así fue hasta mis ocho años de edad, ya había cumplido mis ocho años, cuando
nos mudamos de El Picacho, en San Fernando de Apure, al pueblo donde nací,
Villa de Todos los Santos…
A mi yo, recuerdo quizás
desde mis seis años de edad, le ha gustado querer aprender, y así lo digo,
todavía me gusta aprender; aprendo de mis hijos, de mi mujer, de los amigos, de
los vecinos, de la gente con que trato cada día; aprendo con la lectura, con la
observación de cada cosa que pasa frente a mis ojos y mis otros sentidos; y
ahora aprendo alegre en el camino de amor, que me conduce a puerto seguro…
Adelfo Morillo
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