viernes, 23 de octubre de 2015

Tras de una vida sencilla 46


Tras de una vida sencilla                46

       En ese momento de la noche, antes de acostarnos a dormir, si lo dedicamos a meditar, nos daremos cuenta de que atrás ha quedado nuestra vida pasada, y si Dios nos da la luz de un nuevo día, con ese amanecer estamos renaciendo a tantas cosas que no sabemos; sí, podemos planear cosas, pero tantas veces nos ocurren otras que ni remotamente podíamos imaginar…
       Hoy, en este momento, cuando voy pulsando estas teclas, no es las ocho de la mañana; antes de la seis desperté, al rato me levanté, me vestí, y me fui al solar, me senté sobre dos ladrillos, y estuve mirando, la ruinosa ardilla andaba de rama en rama, las plantas están cubiertas de distintos verdes, anoche cayó una lluviecita, y el entorno se mira pleno de esplendor y colores… Y escucho a mi mujer, me llama para el desayuno, tomo el té de moringa, y luego voy disfrutando del frugal desayuno; y en este instante, reflexiono antes de escribir cada idea, y sí, estoy comenzando este nuevo día, viernes día de Venus, canta un gallo del otro lado de la calle, ladra un perro por los mismos contornos, y el cielo sigue nublado, y me alegro de la fresca mañana; mi mujer y mi hijo salieron al centro del pueblo, y yo estoy sentado frente a esta máquina mágica como dijera García Márquez; frente a la ventana canta un pájaro y eso también me alegra; más allá en Atenas, en Uruguay o en Alejandría quizás también canta un pájaro, y, quiera Dios, y ese canto alegre a un hombre o a una mujer, y que florezca la ternura…
  
Adelfo Morillo


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