Tras de una
vida sencilla 39
Desde los doce años comencé
a trabajar en la sastrería con el sastre italiano Piero, y ahora solo quiero
recordar aquella mañana, cuando él estaba detrás de la mesa de medir y cortar,
y yo estaba cosiendo a mano, y miro que está bajando pantalones y los medía con
la cinta métrica o con la misura como
él decía, y después de medir uno de kaki, me lo lanza y me dice Mídetelo…, me lo mido, me queda bien, y me dice Es un regalo…
Recuerdo la primera vez que
hice algo indebido en la sastrería, Piero se molestó y me mandó para la casa,
al día siguiente cuando volví, me saludó cordialmente, le pregunté, si no
seguía molesto, y me respondió Eso ya
pasó…
Cuando aprobé el sexto
grado, lo comuniqué en la sastrería, me felicitaron, y unos días después, Piero
tomó un suéter y me lo dio, me dijo Es tu
regalo por haber aprobado la primaria…
En Navidad se escuchaba en
la sastrería el ¡Buon Natale..!, y un
31 de diciembre en horas de la tarde, dije a Piero Mi mamá viene de San Fernando de Apure, y yo le quiero regalar ese
corte que está ahí, si me lo regala… Él lo tomó y me lo dio…
En la sastrería pasé buenos
tiempos, trabajábamos, hablábamos en italiano y en castellano, nos hacíamos
bromas, y también a los clientes se le hacían bromas, recuerdo cuando Rocco
Albisini se iba a casar, mandó a hacer el traje de boda en la sastrería, y lo
último que le hicieron fue coserle al pantalón los bolsillos por dentro,
todavía ahora me imagino al apresurado novio vistiéndose y tratando de meter
las manos en los bolsillos…
Adelfo Morillo
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