Los dos
amigos
En una de mis visitas en compañía de mi
mujer, María, y de mi hijo, Fabio, a mi hijo, Adelfo Antonio, en San Cristóbal,
este me tenía el libro Cuentos de Oriente,
publicado a Ramiro Calle por la Editorial
Sirio, S. A., Buenos Aires, Argentina, 1999; y en esos días estuve leyendo
algunos de esos cuentos, y cuando me venía, Adelfo Antonio me dijo que me lo
trajera, y fue así como hoy lo estuve hojeando y ojeando en mi casa frente a la
computadora y en la página 99 me encontré con el cuento Los dos amigos…
Eran
dos grandes amigos…, y un día decidieron dedicarse a la búsqueda espiritual y a
la meditación. Para ello cada uno adquirió un pequeño terreno en el campo para
vivir. Uno de ellos tuvo el deseo de
plantar un rosal y, así, un día poder disfrutar del maravilloso olor y del
espléndido color de las rosas, pero en seguida descartó la idea, pues pensó que
le causarían apego… Su compañero tuvo la misma idea y plantó el rosal.
Transcurrió el tiempo y el rosal germinó, ofreciendo en su momento primorosas
rosas. El hombre que disponía del rosal disfrutó de sus preciosas rosas y las
mismas le servían para meditar y abrir su mente y su corazón a la naturaleza y
vibrar cósmicamente con ellas. Las rosas le ayudaban a cultivar su
sensibilidad, a desarrollar su sentido místico y a fundirse con lo Inmenso,
pero nunca experimentó apego hacia ellas…
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