En sus ojos
miré el amor
También estoy en este mundo que hemos
hecho duro y cruel. Me miro y sigo siendo muy poco agraciado en mi físico, me
consume cualquier insomnio, mas aquí estoy. De muchacho monté sobre caballo de
palo, lo revivo cada vez, cuando, lo evoco, sigue vivo, testigo de nuestras
correrías, a sitios imaginarios, de buenas mujeres, bellas. Y aquel río frente
a la casa, terroso y abundoso en tiempos de lluvia, y apenas un hilo mustio en
tiempos de sequía, y la casa con su corredor al frente y una parcha, dadivosa
en sombra y en frutos. Y el río de barcazas, canoas, chalanas y toninas, cómo
me entretenían las toninas. Me sentaba, me acostaba o me acuclillaba junto al
río, ahí en la orilla pescaba, corría o solo miraba el pasar de nubes con
caprichosas formas. Con el río también sigo agua abajo o agua arriba cantando
bajito, como aquella vez cuando iba en barcaza, sentado detrás de mi mamá, y mi
padrino que gobernaba la embarcación, aun recuerdo los barrancos, las casas y
su gente, nos saludaba desde la orilla del barranco, y garzas, babas, y vegas
de algodón, de patilla o de yuca y frijol. Y el río ahora me habla, y me dice
tantas cosas, que siga firme sin ambiciones de dinero, escucho y creo, porque
en sus ojos miré el amor…
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