Andanza por nuestro idioma 166
Babel
Noé en el arca sobrevive al diluvio con su familia y una pareja de cada
especie de animales; después del diluvio, una vez que el arca se asienta en
lugar firme, Noé deja salir los animales, y él y sus hijos con sus mujeres
fijan hogar y empiezan a multiplicarse, y a esparcirse por distintos lugares; y
una de esas ramas descendientes de Noé, partieron de oriente y se asentaron en
una vega de Senaar; y para entonces había en la tierra solo una lengua con los
mismos vocablos; y después de asentarse ahí se dijeron entre sí de hacer
ladrillos cosidos al fuego, y con ellos se dieron a construir una ciudad y
también una torre, que llegara hasta el cielo; pero Dios descendió y confundió su
lengua, haciendo que cada quien hablara una lengua distinta, y los esparció
desde aquel lugar por todas las tierras, y con esto dejaron de edificar la
ciudad y la torre, y desde entonces se dio a esa torre el nombre de Babel o
Confusión, porque en ese lugar y momento Dios confundió la lengua de las gentes,
que se esparcieron por todas las regiones de la tierra…
Babel, del hebreo Babel,
ciudad de babilonia, y esta voz de baibel,
confusión (de lenguas); en la conversación familiar damos el nombre de Babel al
lugar en que hay desorden y confusión, o cuando hablan varias personas tan
desordenadamente que no pueden entenderse; y lo anterior alude al pasaje
biblíco de la torre de Babel…
En los tiempos que vivimos, cuando tenemos radio, televisión, teléfonos
fijos y móviles, internet y las distintas formas de redes sociales, en pocas
palabras todas las tecnologías de la comunicación e información, y qué
contrasentido, nos expresamos mal, escribimos mal, leemos muy poco, y hay tanta
gente que emplea estos medios para la grosería en cada una de sus expresiones;
pareciera que vivimos una real manera de Babel; confundimos las palabras, los
significados, los comportamientos, las actitudes; Dios quiera y nos hallemos
con el buen sentido del amor, que es comprensión, perdón de las ofensas y
olvido a los malos momentos que nos hayan infringido, y arrepentimiento
auténtico por nuestros errores, para no volver a incurrir en ellos…
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