Andanza por nuestro
idioma 33
Una
muchacha y una guitarra
para poder
cantar,
esas dos
cosas
que en
esta vida
nunca te han de faltar…
nunca te han de faltar…
Seguíamos nuestra caminata y escuchamos de
una casa por donde pasábamos esa parte de la canción alegre que cantaba Sandro,
y me dio por pensar que quienes hayan inventado la guitarra, el cuatro y la
bandola lo hicieron pensando en las hermosas formas de mujer, la mujer sensual
en sus distintas siluetas, y la guitarra con cuerpo femenino, y con alma
infinita de armonías y de acordes que se pueden combinar para llenar de sentido
la vida de los seres humanos disímiles en gustos, pensares y sentires; y dama,
muchacha y guitarra muestran la misma rima asonantada…
Ahora señalamos que la palabra guitarra
nos llegó del árabe qitara, y este la
tomó del griego kithara, y confieso
que desde muchacho me ha gustado mirar y escuchar los sonidos de la guitarra, y
lamento que uno de mis dones no sea saber ejecutar este instrumento apolíneo…
En una de las tantas cosas en que nos
metimos mi amiga en Mérida, María Carmen y yo, fue la vez que ella se enteró de
que iban a dar un curso de guitarra, en un edificio entre las avenidas Independencia y Lora, pero el principiante debía llevar la guitarra, ella se
inscribió y yo le conseguí la guitarra prestada con Diego, un amigo de
residencia, cuando fuimos por primera vez ella quiso que fuera yo quien hiciera
el curso, pero yo la convencí de que no, y así fue como ella se inició, asistió
como a tres sesiones hasta cuando desistió…
Mi amigo Diego sí cantaba, mientras se
acompañaba de la guitarra; y con nosotros estudiaba Enrique, y él sí era un
virtuoso con la guitarra, no olvido la vez cuando fuimos todo el grupo hasta
bien arriba de El Valle, y allá sentados sobre la hierba, frente a la montaña
verdiazul y con el turbante circundante de la neblina, Enrique nos regaló un
mágico concierto de guitarra…
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