Boras
En solo tres brazadas entro en una zona
bien honda
de un ramal del pozo.
Me dejo ir largo como la chiricoa
por encimita del agua.
Doy vueltas detrás de la corriente
hasta tocar el fondo donde rozo restos
de unas raíces
y blanduras de arenas.
Después hago otra zambullida para llegar
más lejos:
cuando salgo mi cabeza arrastra
una corona de hierbas
sobre un campo de boras.
Efraín Hurtado
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