Dedicación de la
mañana a Jesús de Galilea
Jesús, mi comandante,
suprema fórmula de hombría,
flor de Varón en la perfección última,
As de los Ases:
a la hora de salir el sol,
yo te ofrezco el levante de mis ojos despiertos
y la semilla hinchada de mi primera idea.
Por este anhelo de justicia
que hoy desbasta mi horrendo pecado de pereza,
gracias.
Por la sed de fraternidad
que salva el panorama de mis lujurias negras,
gracias.
Por la noche bendita en que me hicieron preso,
gracias.
Por la sed y los grillos, la desnudez y el hambre,
gracias.
Por la prueba de sal en los labios indignos,
gracias.
Por el momento generoso
en que tu ejemplo me llevó a la fila
de la falange azul;
porque, sin merecerlo, tú, mi jefe y amigo,
me empujaste a la marcha entre
los dedicados
y me estás regalando mi manjar de Deber,
por mi signo de fe clavado en tus vanguardias,
¡gracias!
Y ahora,
el pan más duro y con la sal amarga,
dánosle hoy
y hasta la playa en sed, como un boca,
ven caminando sobre el pan salado,
caminador del mar, flor de
las olas.
Andrés Eloy Blanco
1929
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