Amor de mariposas
Desde hace bastante tiempo, no sé cuántos
soles y lunas han pasado, empezaron a visitarme maripositas, la primera vez que
se me posó una, me sorprendí y me quedé mirándola, detallaba su simetría en las
alas, en los dibujos, en los colores, porque se quedó todo el tiempo que quiso
sobre mi pantalón, eso comenzó, cuando yo era un muchacho en El Picacho, a
orillas del Apure, en San Fernando, luego en Calabozo, y después en Mérida,
cuando andaba con Mariela, con Ilva o con Genny, y al regresar a Calabozo me
sigue ocurriendo esta singular visita, hasta en la noche cuando estoy acostado,
de repente en la oscuridad me palpo y siento que una mariposita está posada en
una de mis piernas; hace pocos días estaba regando las plantas, y María estaba
junto a mí, y de pronto me dijo ¡Tienes una
visita..! Me miré y sobre mi short estaba posada una mariposita
blancogrisácea con unas rayitas muy tenues y delicadas, y ahí anduvo conmigo,
no sé cuándo decidió volar a otros espacios…
Días después estaba regando las plantas, y
mi hija Ilisabel de pronto me preguntó ¿Esta
es una monarca..? Yo le respondí Sí,
creo que en México tienen un santuario, antes
venían más, ahora casi no llegan, y es tan efímera su existencia… Y he
asumido de aprendizaje que de nada vale aferrarse a vanidades y a tantas cosas
que no son portadoras de alegría, y que algo tan sutil y efímero como las
mariposas permanecen tan escaso tiempo, pero andan regalando perfecciones en
formas y colores, y que nosotros los seres humanos deberíamos transcurrir
nuestras vidas sobre palabras y actitudes de amor en cada espacio y momento…
Borges escribió Felices los felices…, y sí, felices los que andan en el camino de
amor y bondad, y que las mariposas vuelen y nos lleven a volar con los niños y
con todos los seres de bien, y que la maldad vaya perdiendo espacio cada
segundo, gracias a la multiplicación de seres humanos en amor y para el amor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario