El receso, Marisela y
el mito
Fue un lunes de septiembre de mil
novecientos sesenta, cuando comencé primer grado en el Grupo Escolar Ramón F. Feo, era una mañana de sol y
brisa, estábamos dentro de la escuela y el Directos Alí García nombraba por el
micrófono a la maestra de aula y a los alumnos que iban a estar con ella en ese
año escolar; el plantel lucía nuevo, ordenado y limpio, de la maestra tengo un
mal recuerdo, pero fue con ella con quien aprendí a leer y a escribir y a
efectuar las primeras y sencillas operaciones de suma y resta…
Asdrúbal, mi primo hermano, estudiaba
conmigo en el mismo salón, y le dije que tenía ganas de orinar, y me dijo que
esperara hasta el receso, yo no entendí que era eso del receso, pero al poco
rato sonó el timbre y la maestra nos dijo que podíamos salir, mi primo me llevó
hasta el baño, y después me fui a corretear en los grandes patios de la
escuela, y me divertía mirando, cuando alguna avioneta aterrizaba en el
aeropuerto, que estaba como a doscientos metros, al frente de la escuela más
allá de la carretera nacional, también desde el aula nos entretenía el despegar
y aterrizar de las avionetas, porque por el lado del aeropuerto el salón no
tenía pared sino barandas…
En el salón tuve de compañera a Marisela,
nos hicimos amigos y me gustaba bastante, a ella le gustaba estar conmigo, y
tenía destreza innata para dibujar, recuerdo un día, cuando fue la maestra de
actos culturales a buscar a alguien del salón que supiera dibujar, y nuestra
maestra llamó a Marisela y se fue con esa maestra hasta el auditorio, que lo
estaban decorando para un acto cultural, Marisela después me llevó y me mostró
el pato que nadaba en una laguna al pie de la sierra nevada de Mérida, porque
la obra se trataba del mito, recopilado por Tulio Febres Cordero, Las cinco águilas blancas…
Cinco
águilas blancas volaban un día por el azul del firmamento… Cinco águilas enormes,
cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y
montañas…
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