Entre vigilia y sueño
Me sucedió hace años en Mérida, desperté
en la mañana y me estuve desorientado por escasos segundos, miraba alrededor y
era como si todo refulgiera en una luz muy brillante, maravillosa y mística, me
sentía en un estado de subconciencia y conciencia, sentí estupor y hondo miedo…
Cuando recobré mi clara conciencia me levanté, miré hacia la montaña, y los
picos Toro, Espejo y Bolívar despedían un velo azul de luz, hacía un sol
límpido y la frescura goteaba en las agujas de los pinos más allá de la casa,
donde vivía con Ilva y nuestros hijos…
A Ilva la recuerdo por su gusto por las
canciones venezolanas, y también por la música de los conjuntos típicos
andinos, solo una vez le llevé serenata con música de acordeón… Siento que a ella
le gustaba sonreír de mis bromas y ocurrencias…
Hay otro sueño que se me hace recurrente,
en el sueño puedo volar, venzo la gravedad a mi antojo y miro lo que miran los
pájaros, me desplazo y soy feliz, y a
veces hasta siento que es verdad, que no estoy soñando…
Ahora en vigilia vuelo con la letra o la
música de alguna canción, esto se me hizo más fuerte y mas vívido escuchando
música allá en Mérida, o mirando la montaña, o caminando por el páramo, o
saboreando chocolate caliente y arepas de trigo entre neblina, lluvia, y entre olor
a tierra donde pasta el ganado, me dejo llevar por el momento cuando silba la
brisa, y me encuentro al lado de seres queridos…
Los momentos más dolorosos y tristes o los
instantes más alegres los vivimos en la bruma de los sueños, y con el tiempo se
nos vuelven nostalgias o recuerdos, yo cada vez me quedo más con los recuerdos
de los momentos alegres, me sirven para amortiguar algún dolor físico o
espiritual del presente efímero y cambiante…
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