Sencillez y sorpresa
Vivimos cosas tristes y dolorosas, algunas
nos tocó vivirlas sin buscarlas, y otras aun sabiendo que nos duelen, se nos
hace necesario realizarlas, y estas sabemos que no las lava el arrepentimiento,
reconocemos que tuvimos que hacerlas con indecible dolor, pero supimos que era
nuestro deber, porque tienen esencia de vida misma, solo rogamos, porque no nos
veamos en el momento de volver a realizarlas; los que intentamos llevar una
vida bien, y nos encontramos con situaciones que no llegamos a comprender, porque
tienen matices oscuros o confusos en la vida de personas que están a nuestro
lado, pero cuánto quisiéramos comprenderlas, pero no hay forma de que hablen
con sinceridad y confianza para con ellas mismas, es como si fueran esfinges
mudas y por tanto indescifrables ante nosotros… Qué bien sería, si me dijera
cada cosa comenzando por la más dura y descarnada, que me hablara de cada
detalle que no le gusta de mí y de cada vez que me equivoco, si la agobia la pereza,
que le dé un puntapié y la aviente al nunca más, si no le nace espontaneidad,
que la busque en el cofre de los milagros, algo tan difícil, pero no imposible…
Yo digo que es sencillo que nos adornemos con sonrisas, que es tan natural
conversar lo trivial y también las complejas y las contrariedades, yo entiendo
que cuando amamos a alguien, con esa persona conversamos, reímos, compartimos
detalles, angustias y sueños, el hombre se da en atenciones, y la mujer se
adorna, se muestra nueva y diferente, luce sencillez y sorpresa, sorprende con
miradas, ropajes y bella voluntad…
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