viernes, 26 de julio de 2013


Sencillez y sorpresa

     Vivimos cosas tristes y dolorosas, algunas nos tocó vivirlas sin buscarlas, y otras aun sabiendo que nos duelen, se nos hace necesario realizarlas, y estas sabemos que no las lava el arrepentimiento, reconocemos que tuvimos que hacerlas con indecible dolor, pero supimos que era nuestro deber, porque tienen esencia de vida misma, solo rogamos, porque no nos veamos en el momento de volver a realizarlas; los que intentamos llevar una vida bien, y nos encontramos con situaciones que no llegamos a comprender, porque tienen matices oscuros o confusos en la vida de personas que están a nuestro lado, pero cuánto quisiéramos comprenderlas, pero no hay forma de que hablen con sinceridad y confianza para con ellas mismas, es como si fueran esfinges mudas y por tanto indescifrables ante nosotros… Qué bien sería, si me dijera cada cosa comenzando por la más dura y descarnada, que me hablara de cada detalle que no le gusta de mí y de cada vez que me equivoco, si la agobia la pereza, que le dé un puntapié y la aviente al nunca más, si no le nace espontaneidad, que la busque en el cofre de los milagros, algo tan difícil, pero no imposible… Yo digo que es sencillo que nos adornemos con sonrisas, que es tan natural conversar lo trivial y también las complejas y las contrariedades, yo entiendo que cuando amamos a alguien, con esa persona conversamos, reímos, compartimos detalles, angustias y sueños, el hombre se da en atenciones, y la mujer se adorna, se muestra nueva y diferente, luce sencillez y sorpresa, sorprende con miradas, ropajes y bella voluntad…



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