El frágil hilo que separa a la vida
de la muerte
La primera vez que me hice tantas
preguntas acerca del frágil hilo que separa a la vida de la muerte, fue, cuando una mañana, murió mi bisabuela María
Obdulia Mendoza de Olivares, pero mis hermanos y yo le decíamos abuelita
Obdulia, era de baja estatura, blanca de ojos azules, y para sus años finales
era menudita, y ya había perdido la conciencia… Cuando murió yo tenía quince
años, estaba comenzando el bachillerato, recuerdo que mi hermana mayor y una
prima hermana le dejaban en el chinchorro alguno de los niños pequeños, y ella
sentada en la cama los mecía, y cuando lloraban sin parar, le escuchábamos su
menudo grito:
-“Aquí está este muchacho chiflandooo…”
Ese día y el siguiente acudieron al velorio
y entierro los Olivares, Mendoza, Venero y Morillo, entre otros, recuerdo que
estuvo Aníbal Olivares y José Morillo, que tenían tiempo sin ir por nuestra
casa… En la noche nos reunimos mi hermano mayor Rafael, mis primos José,
Asdrúbal y yo, y conversábamos de todo un poco, y en algún momento nos
preguntamos en dónde iban a dormir los que se quedaran, Rafael dijo que ahí
estaba la cama, donde había muerto la abuelita Obdulia, y José dijo que cuando
se fueran los demás, él la buscaba y dormía en ella, Rafael dijo que no tenía
colchón, porque lo habían botado, y José dijo que él dormía directamente sobre
el jergón pelado, y yo le pregunté, si no le daba miedo, y dijo que no, porque
la abuelita no había muerto de una enfermedad contagiosa, y que ya estaba muerta,
y que los muertos están muertos, que quien dijo que un muerto va a salir para
nada… Y en verdad después de medianoche, cuando nos dispusimos irnos a dormir,
José buscó la cama, la colocó en un sitio del patio y se acostó, yo me fui a
acostar en mi chinchorro. En la mañana le preguntamos a José, si no había
sentido miedo, y él dijo que por qué iba a sentir miedo…
Cuando han pasado unos cuantos años de la
ida de la abuelita Obdulia, la idea de la muerte me lleva a hacerme preguntas,
a las que he llegado a darle la respuesta de que cuando el alma inmortal se va
del cuerpo, este se corrompe, y en su descomposición no muere del todo, porque
le da paso a una infinidad de organismos vivos, o como dicen los físicos que la
materia no se destruye, sino que se transforma… Creo que el cuerpo muere, y las
almas permanecen, pero pierden su estado de conciencia, y finalmente Jesucristo
nos demostró con su resurrección que el alma no muere…
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