lunes, 25 de febrero de 2013

Todo pasa y todo queda


Todo pasa y todo queda

     Los hacedores o creadores encuentran en su oficio una manera de interpretar el mundo, de comprenderlo, y con excepciones algunos de ellos sucumben ante el horror de los hechos cotidianos, bien sea en la música, pintura, escultura, canto, o en la literatura, el creador expresa su mundo interior en el lenguaje propio de su oficio, y en cada obra reconocida o no, el creador manifiesta algún desgarramiento o sublimidad existencial objetiva o subjetiva…
     Arthur Adamov natural del Cáucaso (Rusia) escribió su obra en francés, y en el relato La confesión (L’Aveu) narra el dolor que lo atormenta; en La parodia (La Parodie) de la que Adamov dice que la materia prima la encuentra en “los sucesos cotidianos más ordinarios, particularmente escenas de la calle, y que una representación teatral debería ser la intersección entre los mundos visible e invisible, o en otras palabras, la expresión, la manifestación de los contenidos latentes que forman la cáscara que envuelve la semilla del drama”; luego La invasión (L’invasión) recibe de la crítica los mejores elogios, y Jean Vilar dice que en esta obra teatral Adamov renuncia “a los ornamentos del diálogo y la intriga y por haber devuelto al drama toda su rígida pureza”; en 1953 estrena El profesor Taranne (Le professeur Taranne), sigue en 1955 con Ping-Pong y luego Paolo Paoli… Y como si fuera la bajada de telón de su propia vida, Adamov se suicida en 1970…
     En el relato bíblico leemos que “al principio fue la palabra”, para crear y nombrar, para en el tiempo y en el espacio dar vida, fe y alegría, y tristemente a veces el discurso creador no es suficiente para satisfacer a un ser atormentado, pasional o radical… ¡Qué acto más inexplicable para los espectadores como el suicidio! La muerte es la espada de Damocles, solo no sabemos dónde, cómo, ni cuándo nos va a segar, pero la muerte es el terrible temor que no nos abandona, mas de la manera como se dé la muerte, el mundo permanece en la eternidad, una flor muere y otra florece, se desvanece un amanecer y sigue otro, como escribió Antonio Machado:

                                             Todo pasa y todo queda,
                                               pero lo nuestro es pasar…”

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