sábado, 12 de enero de 2013


Cecilia Filomena (2)

     Ahora cuando ha pasado cierto tiempo, sé que traje a mis hijos a este mundo a disfrutar y también a llevar vaina, porque así es la vida; pero se los encomiendo a Dios para que les dé salud y los libre del mal: Rafael, que es el mayor, se ha desenvuelto en no sé cuántos oficios; Pina ha sido secretaria, dueña de florerías, artesana; Betty se casó y atiende su hogar allá en San Fernando de Apure; Adelfo lo que ha hecho es estudiar, se fue a Mérida, se graduó de Letrado, allá se casó, y ahora vive aquí en Calabozo, su pueblo natal, tiene sus hijos y es profesor en la Universidad “Rómulo Gallegos”; Greta ya no se casa, estudió y se graduó en Valencia de Economista, vive y trabaja en Caracas; Wistrimiro se ha ganado la vida en varios oficios, ahora es taxista y critica hasta cuando está dormido; Ciriaiza se casó, atiende su casa y trabaja en su taller de corte y costura allá en Maracay; y Wilfredo también ha realizado varios oficios, ahora es barman en el restaurante del Club Italiano.
     Si hablo del amor, a mí me gustan las canciones románticas llaneras, mexicanas, boleros, tangos, recuerdo a Jorge Negrete cuando se ladeaba el sombrero de charro, con ese gesto me hacía suspirar; y en el amor de hombre y mujer debe haber afecto espontáneo por esa persona, porque esa forma de sentir y dar amor no tiene precio, y eso es lo que le da sabor a la vida; si ese afecto natural no existe, entonces es una mentira, que solo produce dolor, sufrimiento, amargura, sinsabor y despecho…

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