Un lugar para
la poesía
La Alcaldía del Municipio
Francisco de Miranda mandó a imprimir y a publicar la antología Vegueros, Poetas de Calabozo, en los
talleres de Industria Gráfica Integral, C. A., en Maracay, a los dieciocho días
del mes de julio de 2004; y las páginas iniciales 5, 6 son escritas por el
Cronista vitalicio de la Villa de Todos los Santos, José Antonio Silva
Agudelo, cuerpo terrestre con alma celeste, según imagen escrita en una de
las páginas del libro El retorno de
Ulises del poeta caraqueño Faisal Zeidán; y el nombre que le da José
Antonio a esas líneas como forma de prólogo a Vegueros es
Un lugar para la poesía
Calabozo es tierra de
poetas. Desde el nacimiento de su esplendor, con el solo decir de Lucas Guillermo Castillo Lara, ya estaba
anunciado que la antigua villa sería lugar para la síntesis de la belleza a
través de las palabras: Venía la noche y
nacían las estrellas. Venía el alba y
todo era Sol. Peros todos se
preparaban para una mañana. Alba y
noche. Estrella y Sol. El polvo era
igual en las pisadas, como era igual
el cansancio de los cuerpos derrumbados.
En esa lúcida y poética
imagen, el cronista resume las fuerzas que los hombres de otrora le entregaron
a Calabozo, continuada en los que navegaron entre las palabras y sus reflejos,
presentes en esta antología.
El misterio de su nombre,
la presencia plural del santoral y el carácter humanístico de sus pioneros,
trajeron estas savias verbales. Mucho antes, con la mirada puesta en el ocaso,
algún hombre abrió la boca para pronunciar el asombro, pero luego, como para
dejar sentada la felicidad de aquél, vinieron los poetas a decir del paisaje,
de los accidentes geográficos, de la flora y la fauna, del hombre y sus asuntos
campesinos.
La presencia de una sociedad
culta, de una burguesía de la tierra y del poder de la Iglesia, así como de una
universidad en los comienzos de su consolidación como ciudad, le dieron a
Calabozo el nombre de sitio de la poesía.
No en vano el poeta mayor
de la Venezuela rural, Francisco Lazo Martí, sigue siendo referencia en
antologías y en estudios académicos para entender el significado de la tierra y
sus hombres, de su intimidad al referirse al sentido poético de su nacimiento.
Luego, a una distancia no
muy considerable, Luis Barrios Cruz hunde su voz en el nativismo que le dio
resonancias nacionales. La infancia de su palabra fue la infancia en su
memoria. Su amor a la tierra que lo vio nacer quedó impresa en toda su obra
poética.
Ángel Bernardo Viso,
apegado también al friso de su experiencia como viajero, hizo de su trabajo
poético asunto de honor, en el que Calabozo, pequeños detalles de su nacimiento
y tránsito, desvelaron a quien hoy es un sólido nombre en la creación verbal.
Más universal, atado a la
mirada de sus diferentes lecturas, Alfredo Coronil Hartmann escribió una poesía
donde el mundo se traslada de un lugar a otro, pero también refiere su tiempo
llanero, sus andanzas de niño por las calles de la ciudad colonial.
Una mirada totalmente
diferente del llano tuvo Efraín Hurtado, quien rompió con la metáfora de la
tradición. Hizo una obra desde su sufrimiento personal, desde la condena de un
cuerpo enfermo, pero también hizo de su lar nativo una fugacidad en las
imágenes, en la fuerza íntima de su apego con la mirada de quien sabe que la
poesía se mueve con el tiempo.
Alberto Hernández es una
voz de múltiples recursos. Una poesía universal, cosmopolita, lo avienta hacia
el lugar de origen. Sin escatimar riesgos y esfuerzos, este poeta ha abordado
la creación como una hermosa aventura donde la palabra es un festejo, un estado
anímico donde no falta la experiencia vivida y por vivir.
La última de esta lista
antológica, Mercedes Ascanio, tiene como referente el lugar más cercano de la
infancia, la casa, el lugar en el que la madre sigue siendo una presencia
inevitable más allá de la muerte. Su morada de la calle 3 es imagen obligatoria
en su naciente trabajo poético.
Calabozo los recoge a todos
como hijos inquebrantables de su memoria. La poesía sigue siendo en nuestra
Villa de Todos los Santos un ejercicio amoroso próximo a lo que somos los que
aquí vivimos…