Francisco Lazo Martí
Francisco Lazo Martí: médico, periodista,
político y poeta calaboceño, nace en Calabozo el 14 de marzo de 1869. Hace sus
estudios de primaria, bachillerato, y los primeros años de Medicina en el
Colegio de Primera Categoría en su ciudad natal, donde se gradúa en el año
1888, luego se va a Caracas, y en la Universidad Central
de Venezuela obtiene el título de Médico en el año 1890. Lazo Martí tuvo
significativa trascendencia en sus distintas labores por él desempeñadas, sin
embargo se le conoce más por el estro poético, y es así como en su libro de
poesías Crepusculares nos damos
cuenta de que el poeta eligió este nombre para significar las horas del
atardecer, cuando paulatinamente va anocheciendo, y esos momentos a él lo
impregnan de pesares, de recuerdos, o de nostalgias. En sus versos acude a la
reiteración como figura poética y a toda una sucesión de imágenes, tropos,
símiles o metáforas, que describen a una naturaleza concreta, pero a la vez es
la propia naturaleza interna de este poeta, que piensa, siente, disfruta y
sufre, y entonces conjuga pensamiento y sentimiento, porque él los vuelve
conjunción en su alma de ser consustanciado con el paisaje y con los seres con
los que convive como hombre, médico, político, periodista y esencialmente como
poeta. En Crepusculares podemos notar
la antítesis, el contraste entre alegría y tristeza, porque así es la vida: una
contraposición de fenómenos, de afectos, de pensamientos y sentimientos, y en
cuanto al color en sus versos canta el azul de la poesía en el paisaje, en la
naturaleza toda, en la infancia y en el amor; nos regala una serie de elementos
genuinos para los sentidos y para las ideas, el poeta los conjuga de forma
sencilla, los sentimos espontáneos, cristalinos en metáforas refulgentes de
calor y color. El poeta nos transmite sus nostalgias de la Catedral nuestra frente a
la plaza Bolívar, nos reanima con guaritoto y picapica en los muros que se
abren o se desploman, son tantos recuerdos que producen contentos o pesares por
los techos rojos de las viejas casas del pueblo de españoles, por el
aprendizaje en el duro banco de la escuela amiga; también nos ofrenda el amor
en pareja enamorada, en los padres y madres, en los hijos, en la familia y en
la vida toda; nos canta el amor para los niños, jóvenes, hombres y mujeres de
este mundo sediento de buenos afectos y cariños. Lazo Martí nos hace sentir que
sin amor la vida carece de sabor, pero con la fuerza del amor todos nos
cubrimos de certezas, sueños e ilusiones, no solo los niños y los poetas; en
verso transparenta a los cocuyos en luz y virtud, en metáforas cristalinas; en
su poética telúrica deja correr el amor sobre esta tierra larga y tendida,
propicia para la bondad, para la luz y para el amor; en todo Crepusculares sentimos el desgarramiento
interno del poeta, cuando se eleva con las aves, cuando se mece con el viento,
cuando se encumbra con el amor o cuando sufre en el amor; la naturaleza no es
ajena a Lazo Martí: cada elemento, cada manifestación es expresión de sus
pensamientos y sentimientos, él ríe o llora con la lluvia, canta alegre con el
azul del cielo, se deja llevar con el verde de la llanura, o navega con el
claro río, porque su poesía es de contrastes, contradicciones o simetrías en Crepusculares, porque para él así es la
vida de llano, de cielo y de amor.
Lazo Martí en sus heptasílabos y endecasílabos
de la Silva Criolla canta a la
llanura, al caballo y a la copla, al río y al verso, a la tonada y al arreo de
ganado, a las garzas y a los esteros, a la aurora y al rocío en las hojas del
pasto en la sabana abierta. Silva Criolla
es una flor al amor en el agua de los aljibes, a la rochela del ganado, y a los
hombres y mujeres curtidos de sol, de barro, de chubascos y de afanes; también
es un canto al cardumen de peces, a las ilusiones y a los sueños, es pentagrama
del verso y encanto de la oración; con la anáfora de volver, de tornar comienza
Lazo Martí la Silva Criolla , y con una
invitación al llano, por sobre el mar y la montaña; en la cadencia de los
versos nos brinda hermosa fotografía de la brisa, de la flora y fauna entre la
luz del llano, nos encandila con el sol de espejismos en las lagunas y en la
distancia, o nos derriba bajo un sol de tabardillos, ese sol que se vuelve
fuego sobre los hombres y mujeres en medio del campo; Lazo Martí vivió, pensó,
sintió, aprendió el llano y lo amó, y así nos lo ofrece entre
consonancias, asonancias o versos
sueltos: “Florecer es amar…” con esta redonda metáfora encierra toda la
naturaleza: las plantas en su floración, los animales en su reproducción, y la
enamorada esencia de hombres y mujeres, es la metáfora que florece en la
palabra, con esta flor de alma el poeta plasma el recio espíritu del estío, nos
pinta nuestro llano vegetal que “entreteje la parásita en flor…”, es la “áurea
guirnalda…” y el “blanco vellón…”, o es el fuego en la naturaleza animal del
“nido comenzado…”
Estas poesías son
una canción por la vida, una oración por el verso y una plegaria del poeta de
la floración, de natura toda en Silva
Criolla y en Crepusculares, estas
poesías son una plegaria humilde como flor de bora, pero sentida como silencio
de “madrugador lucero…” Son escalas de música y letra por nuestra llaneridad en
faenas, coplas, leyendas, cuentos, refranes, consejas, dolores y amores. Silva Criolla y Crepusculares son oraciones insomnes en la poética de Lazo Martí…