En El Picacho 18
En cualquier
momento de cuando estaba jugando, pescando o haciendo algún mandado, me gustaba
escuchar el comercial
Emeterio, ¿por qué tan serio?
¡ Si la movida es con Pepsi..!
Mi mamá me mandaba a la bodega a comprar
ese refresco y también una barra de hielo, y cuando regresaba a casa con ese
mandado, ella echaba el contenido de las botellas de ese refresco en un tazón
de peltre, le agregaba agua, hielo y azúcar, batía con un cucharón, y ya listo le
daba a cada quien un vaso completo de ese nuevo preparado, y puedo asegurar que
sabía tan sabroso…
Con nosotros también vivía mi prima
hermana Aleida, nieta de mi mamá, hija de mi tía Amelia, la otra hija de mi
mamá, y a quien mi mamá también crió, y Aleida a los catorce ya había formado
pareja con Roberto Flores, chalanero y dueño de la chalana Mi Cabruta, y de Roberto tuvo dos hijos, el mayor Nelson Vicente y
la menor Isnerda Rosa, y a Aleida le gustaba escuchar las canciones de moda, y
cerca de la casa del lado arriba del río estaba el bar El Manguito, y en las noches temprano me daba un bolívar y un papel
donde había anotado el nombre de las cinco canciones, para que el botiquinero
las marcara en la rockola, y como nuestra casa estaba hacia donde soplaba la
brisa, allá se escuchaba claritas la música y la letra de las canciones,
todavía, a pesar de que son mas de cincuenta años transcurridos, recuerdo
algunas de ellas
Únicamente tú
eres el todo de mi ser,
porque
al faltarme tu querer
me muero de inquietud.
Sabes
que para mí
no
hay otro amor como tu amor
y nada iguala la pasión
que
siento yo por ti…